lunes, 4 de julio de 2011

Entrar en los templos

Hace unos días, vi este bolso en el escaparate de una tienda que siempre miro pero en la que nunca entro. Una tienda muy seria, con precios muy serios, ropa muy seria y dependientas muy serias. Tenía todo lo que yo busco en un bolso: sencillez, calidad, falta de pretensiones, rigor, belleza absoluta, potencial de envejecimiento (hay algunas prendas, algunos objetos, algunas personas, algunas amistades y algunos amores, pocos, que se ve que van a saber envejecer con dignidad. Suelen ser los que cuestan más caros. Pero son los únicos que valen algo) y uno de mis colores favoritos en el mundo, el color piel, el color coñac, el color caramelo. Lo estuve mirando unos minutos y pensé que jamás rebajarían una pieza tan perfecta. Y sin embargo, al día siguiente volví a pasar, solo por curiosidad, sin ninguna esperanza, y allí estaba el bolso, con un 50% de descuento. Entré y lo compré. Lo sacaron del escaparate, era el único ejemplar. Y la chica que me atendió era muy amable. Todo esto es para decir que no hay que temer entrar en las tiendas caras, no hay que temer acercarse a la ropa bonita, aunque sepamos que no la vamos a poder comprar. No hay que temer al lujo (sí, sí, hay gente que lo teme, y entonces finge despreciarlo). Tengo una amiga que entra en los hoteles de cinco estrellas para ir al baño o para pedir un taxi. Me parece lo más chic del mundo. Si osamos entrar tranquilamente (sin sentirnos como una pulga) en un museo y plantificarnos delante de un Velázquez o de un Rembrandt, ¿por qué no vamos a hacer lo mismo con un Chanel o un Prada?
Feliz semana, queridos.

6 comentarios:

  1. Querida Milena,
    me encanta tu bolso. Cuando nos vemos???
    Besosssssssssssss, Maria Carolina

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  2. Ese bolso, único, de líneas limpias y color de piel te sedujo, y decidió no dejarte marchar. Mintió al propietario de la tienda - que creo saber cuál es -, a las dependientas, incluso a algunas clientas que entraron a preguntar por él. El bolso te escogió, y no tú a él, porque algunos objetos, sin saber bien cómo, le escogen a uno, aunque uno crea ser el que escoge. Llámalo seducción invertida, llámalo autoengaño, llámalo como te dicte la circunstancia...pero a mí me gusta creer que es así (en el fondo porque así me ahorro el sentimiento de culpa por haber caído en la tentación...siempre le puedes echar la culpa al objeto...).

    Entrar en los templos es justamente eso: entrar. Lo mismo que hago cuando penetro en el interior de las catedrales para sentir el toque de la piedra gótica, los colores de las vidrieras o el olor a incienso y a cera tiene su correspondencia en los templos de la moda, en los templos de los sueños dorados. Tomarse un buen café en un hotel de 5* y utilizar sus servicios con su cuidada grifería, sus paquetitos de kleenex, sus toallitas de tela apiladas, su iluminación y sus plantas es un placer casi furtivo, como del que se cuela en una fiesta. Tomarse un café en silencio, pasearse por los templos de la moda, poder tocar las nobles telas, comprobar la caída de las prendas, probarte alguna de ellas...

    Este es mi resumen de las situación en un templo de moda:

    1 - Ves un objeto o prenda, la tocas, te la pruebas pero no te la puedes comprar
    ---> coitus interruptus, desde luego, pero el preámbulo no fue por ello menos placentero y exquisito...la mala costumbre que tiene la gente de focalizarlo todo en un único punto.

    2 - Ves un objeto o prenda, la tocas, te la pruebas, te la puedes comprar pero te sienta fatal
    ----> bufff...no era lo que yo esperaba.

    3 - Ves un objeto o prenda, la tocas, te la pruebas pero NO te la puedes comprar
    ---> ¿qué he hecho yo para merecer esto?

    4 - Ves un objeto o prenda, la tocas, te la pruebas, te sienta de muerte, es la única que queda y encima su etiqueta exhibe una sonriente rebaja del 50%
    ---> orgasmo antológico, teresiano, inesperado, retardado, que te lleva a las alturas celestiales...los mejores...al mejor precio. ¡¡Dios existe!!

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  3. Ja, ja, ja, Gil. Muy buenos los 4 puntos de compras!!!!
    Besos.

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  4. Faltaba el 5:

    5 - Ves un objeto o prenda, la tocas, te la pruebas, te sienta de muerte, es la única que queda, su etiqueta exhibe una sonriente rebaja del 50%, el dependiente está a la altura de tu líbido, es amable y profesional, tiene ganas de hablar, está a punto de cerrar la tienda porque son las ocho, te pregunta si te apetece ir a tomar un café, le dices que sí, te aplica un 10% de rebaja adicional porque le caes bien, sales de la tienda con él, os vais al bar de un hotel de 5* a tomar una copa, que en realidad son tres, y cuatro, y cinco. La atracción es mutua, la prenda al 60% reposa en la bolsa, tan relajada como rebajada. Te propone cenar con él. Tú dices que sí porque no puedes moverte de la butaca, te sugiere el restaurante del hotel, le dices que sí, vas al cuarto de baño, te miras en el espejo con cara de incredulidad, te encierras en el baño preguntándote en voz alta "pero ¿qué demonios estás haciendo? Te responde el ángel caído "haces lo que estás deseando, no te reprimas". Le das un guantazo al ángel bueno, virgen y timorato que te aconseja retirada con voz de flauta. Sacas el pulverizador de YSL Rive Gauche y te echas en el cuello ; sales al encuentro pero no le encuentras ; llamas al camarero preguntándole dónde ha ido ese chico tan guapo de traje negro y te responde que ha pagado todas las consumiciones y se ha marchado dejándote una nota en un sobre cerrado. La nota nota dice:

    "La ilusión es un gran afrodisíaco. No la pierdas nunca. No lo olvides. Tengo que irme. Un beso".

    Pides otra copa y te dices que la vida tiene sentido cuando uno persigue aquello que le llama, aunque te apaguen la llama con un jarro de agua fría.

    Te despiertas y te das cuenta de que todo fue un sueño, pero que en una hora abren la tienda donde viste esa prenda que te sedujo...y te espera...

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  5. perfecto para tunearlo con pegatinas pornomangas, dirían mis amantes.
    Para mi, tiene el tamaño justo, podría ir a la panadería y pedir un Faulkner, porque el cuero le va y sacarlo de ahí más, aunque luego no lo lea. Pero de igual manera podríamos trasportar una barra de pan a la feria del libro y pedirle al planeta de turno que nos la firme.
    Solo le encuentro un problema, ¿Dónde rayos hay una silla violeta para colgarlO?

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  6. Hola Anarkasis:
    ¿Tú todavía tienes amantes? Que antiguo...
    Y yo jamás estropearía una barra de pan por algo así. Pero es cierto que ya he utilizado el bolso para llevar el pan. Faulkner, sí, sí, sí, claro.
    La silla violeta y la cafetería de madera que la acompaña están delante del mercado de Galvany, la foto la hizo mi hijo mayor el domingo, estábamos aburridos y salimos a hacer de reporteros...
    Un abrazo.

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