domingo, 27 de octubre de 2013

La muerte de nuestros padres


Extraña, la sensación de irse quedando sin padres. Como si respirar se fuese haciendo más difícil, como si el mundo se fuese cerrando sobre nosotros. Mis padres, mi tata, Ingmar Bergman, Pina Bausch, Maurice Béjart, y ahora Lou Reed. Y, sin embargo, qué suerte increíble la de haber tenido estos padres. La de haber sido educada por esta gente. La de haber compartido la tierra y la época durante un tiempo con ellos. Que en un época de cobardes y de gente que se dedica a dar lecciones bienpensantes sobre todo, todavía pululasen (y pululen: Mandela, Philip Roth, Dylan, Serrat, etc) algunos rebeldes, algunos cabreados, algunos valientes, algunos genios, algunos apasionados, algunos torturados, es señal de que volverá a haberlos, de que no todo está perdido.
De momento, Señor Reed, seguiremos caminando por the wild side en busca del perfect day, tal y como usted nos enseñó, aunque, a partir de ahora, será un poco más difícil encontrarlo.

martes, 22 de octubre de 2013

Cosas que le quedan bien a todos los tíos



Cosas que le quedan bien a todos los tíos:

- Las bufandas.

- Las bicis.

- La barba de cuatro días.

- Las camisas blancas.

- Los polos Lacoste (pero viejos, lavados 1000 veces como mínimo).

- El pelo despeinado.

- El amor por los animales.

- Cualquier instrumento musical.

- La timidez.

- La buena educación.

- La habilidad manual.

- Las camisetas viejas (pero limpísimas. viejas y guarras, no funciona).

- La poesía.

- El fútbol.


Cosas que le quedan mal a todos los tíos:

- Los porsche.

- Las joyas (menos si te dedicas al rap y si eres negro, en ese caso, es sexy)

- Los mocasines.

- Los cuellos cisne.

- Las camisas con pinzas.

- Los foulards.

- Los bolsos.

- El yoga.

- Los puros.

- El vegetarianismo.

- El machismo.

- Las sandalias.

- El miedo a las arañas.

- El miedo en general.

- Los relojes caros.

- Las gorras.

- Las banderas.

Las fotos: Los maravillosos Benedict Cumberbatch y Damian Lewis con bufanda.

martes, 15 de octubre de 2013

La última multa


Historia verídica de lunes por la mañana.

      A pesar de mis denodados esfuerzos (gritos, amenazas, esfuerzo sobrehumano para recordar en qué calle aparqué el coche la noche anterior, etc), llegamos un pelín tarde al colegio. Cuando regreso a mi destartalado coche, que he dejado aparcado en la zona azul, sin ticket, hay un policía (o cómo se llamen) poniéndome una multa. Me acerco y le digo: "Perdone, perdone, mi hijo llegaba tarde al colegio y no tenía monedas. Ahora mismo saco un ticket". Sigue escribiendo la multa, impertérrito. Es joven y va requeteplanchado y repeinado. Entonces, levanta la vista, se me queda mirando sonriente, y me dice:
     -Te pareces mucho a esa actriz... ¿Cómo se llama?
 Le sonrío (todo lo luminosamente que puedo sonreír un lunes por la mañana, antes del café).
Me devuelve la sonrisa, pero sigue con su multa, como si nada.
     - Mmmmmmm. ¿Cómo se llamaba? Salía en esa peli...
Y el tío sigue rellenando la multa con una sonrisa de oreja a oreja.
Le digo:
     -Oye, tío, me estás poniendo una multa. No vamos a ligar.
Suspira y sigue con la multa. Cuando, por fin, acaba, me dice:
    -La puedes anular por 6 euros.
Yo: Ya lo sé.
Él: Te voy a acompañar a la máquina para ayudarte.
Yo, dirigiéndome a la máquina más cercana, con el poli, detrás: No hace falta. Sé perfectamente cómo funcionan. En realidad, cómo NO funcionan ya que nunca aceptan mi tarjeta, que en todos los otros sitios funciona perfectamente.
Meto la tarjeta. No funciona. Meto la otra tarjeta. Tampoco funciona.
Le miro con odio. Me sonríe cariñosamente.
Me dice:
- Vamos a otra, esta debe de estar estropeada.
Volvemos a recorrer la calle en dirección opuesta. Volvemos a pasar por delante de unas madres perfectas del colegio, que están desayunando tranquilamente en una terraza y que nos miran con cara de curiosidad y de sospecha.
Meto la tarjeta en la otra máquina. Tampoco funciona. Le miro:
- ¿Ahora que hago? No tengo monedas.
Me dice:
- Te voy a enseñar cómo meterla. La tienes que meter con decisión, como si me la metieras a mí.
Miro al joven renacuajo uniformado y empiezo a preguntarme si no es un loco que se ha escapado de un psiquiátrico, pero su uniforme parece auténtico, me digo, observándolo disimuladamente... O tal vez simplemente haya visto demasiadas pelis porno con policías...
La mete con decisión.
Sigue sin funcionar.
Le fulmino con la mirada. Él parece encantado de la vida.
Le arranco la tarjeta de la mano y le digo:
- Voy a buscar cambio al estanco. -Y antes de dejarle responder- NO vengas.
Y se queda en la acera con cara de pena.
O esperando a su próxima víctima.
No sé.
No soporto los lunes.

La foto: un coche, que no es el mío.


   

martes, 8 de octubre de 2013

Cosas deprimentes que ocurren en otoño


Cosas deprimentes que ocurren en otoño:  

     -Tener que volver a ponerse calcetines y coger la gripe por querer seguir yendo descalza y medio desnuda.

     - Darse cuenta de que ha pasado otro verano y de que nada de lo que promete el verano se cumple nunca -aunque la Navidad es todavía más traicionera-.

     -Tener que forrar los libros del colegio y que queden, un año más, como churros, llenos de burbujas, y que tu hijo te mire con cara de pena y te diga: "No pasa nada, mamá, no te preocupes".

     -Ir a la reunión de padres (algo de por sí ya muy deprimente) y darse cuenta, sentada en los pupitres de los niños, de que nada ha cambiado. Sigue habiendo el grupo de empollonas aplicadas, que lo apuntan todo en un bloc de notas y que preguntan mil bobadas detalles. Sigue habiendo graciosillos -aunque vayan con traje y corbata- que se mueren de risa con la menor tontería (por ejemplo, si suena un móvil, que es algo graciosísimo). Sigue habiendo el grupo de integrados/as, ahora convertidos en parejas perfectas, que acuden juntos a la reunión, que nunca nunca se olvidan del equipo de natación, que siempre siempre le ponen fruta para merendar y cuyo hijo hace 20 extra escolares, entre ellas, chino mandarín y violín. Y tú, que sigues estando en el grupo de los raros (junto a la dominicana, al padre soltero fumador compulsivo, a la lesbiana con el niño adoptado africano, etc).

 Y cosas buenas que ocurren en otoño (y nos os quejéis, me ha costado mucho dar con ellas...):

- Las botas.

- Las bufandas.

- Los higos.

- Las setas.

Me voy a la cama. Despertadme para Fin de Año San Juan, please.

La foto: ideas para pasar el invierno.
Los príncipes Yvonne y Alexander Sayn-Wittgenstein-Sayn en 1955. Foto de la princesa Marianne Sayn-Wittgenstein-Sayn.