martes, 24 de diciembre de 2013

El árbol de los deseos


En Vic, hay un olivo maravilloso (uno de mis árboles favoritos) en el que cada año, por estas fechas, la gente empieza a colgar papelitos con sus deseos para el año nuevo. Hace unos días, colgué el mío, entre uno en el que ponía "follar más" y otro, en el que alguien había escrito un largo rollo sobre un tal Josep que no la/le llamaba nunca y no sé qué desgracias más. Creo que 2013 no ha sido un año demasiado bueno para nadie (al menos en mi entorno), pero creo también que los años "abre ojos" (los que te obligan a abrir los ojos, 2013 ha sido uno de esos), a la larga, son positivos. Dentro de unos años, podremos decir: "En 2013, me ocurrió esto, esto se fue definitivamente a la porra, perdí esto y aquello, me di cuenta de esto" y finalmente, "en 2013, decidí esto". Aun estamos a tiempo, queda una semana para "decidir esto", quien vamos a ser, de qué podemos prescindir, por quien o que estamos dispuestos a renunciar a algo importante, qué queremos hacer. Y hacerlo.
Os deseo paz, emoción, amor, risas locas, dinero, sol, amigos, salud, y, ¡ah, sí!, follar más.
Feliz 2014, queridos míos.





jueves, 12 de diciembre de 2013

El amor en los tiempos de facebook (1ª parte): las fotos de perfil



Yo, como soy muy frívola y ya nadie espera nada bueno de mí, en facebook, solo acepto como amigos a los hombres guapos. Con las mujeres, tengo un poco más de manga ancha, aunque no mucha. Siempre pienso: si la foto no me gusta, la persona me gustará todavía menos.

1. Los que ponen una foto de su gato, de su perro, de su cerdito o de algún otro animal doméstico: mala señal. En la vida (y también en facebook), hay que dar la cara, si no, es muy aburrido. (Lo mismo ocurre con los que ponen una foto de Homer Simpson, de Einstein o de alguna constelación lejana).

2. Los que ponen la foto de cuando eran niños. No estaría mal, si no fuese porque todo el mundo sabe que el 75% de los niños monísimos se convierten en adultos feos (el 95%, si hablamos de Inglaterra y de los países nórdicos). 

3. Los que salen medio desnudos: ¿Te irías a tomar un gin tónic sin camiseta? Pues en facebook, igual. La gracia de facebook es que es indecente y rapidísimo, y púdico y romántico a la vez. Más que la vida misma, incluso.

4. Los que ponen una foto artístico poética: Muy muy peligrosos. Goering sacaba el revolver cuando oía la palabra "cultura" (concepto, hoy en día, en vías de extinción), yo lo saco cuando alguien se define como "artista". A menos "cultura", más "artista" se considera uno.

5. Los que no ponen foto: Son asesinos en serie. Seguro. Casi tan peligrosos como los del punto 4, pero menos aburridos.

6. Los que cambian su foto cada 5 minutos: Son narcisistas inseguros. Yo, personalmente, intento que mis amigos tengan 1 defecto, no más: o narcisista, o inseguro, o prepotente, o mal genio, o pesado, o vegetariano, etc. Un defecto por persona, está bien. Dos, es demasiado. Creo yo.

Y la semana que viene, queridos oyentes, hablaremos de qué preguntar y qué no preguntar en el referéndum en facebook.

Feliz jueves.

La foto: el bolso que quiero que me traigan los Reyes Magos. Con uno, me conformo, ¿eh?




jueves, 5 de diciembre de 2013

La amabilidad de los extraños





Yo, como Blanche Dubois, siempre he dependido de la amabilidad de los extraños. Hoy, por ejemplo, he comprado un árbol de Navidad y, al llegar a casa, me he dado cuenta de que era incapaz de descargarlo del coche y subirlo. Entonces, he visto a un muchacho fornido que pasaba por la calle, le he sonreído y le he pedido ayuda. Primero nos ha mirado con cierta cara de sospecha, al coche (el más abollado de la ciudad, cuando paso yo, los demás coches se apartan atemorizados), al árbol (encajado dentro) y a mí (gorro de lana gris calado hasta los ojos, pantalones de algodón fucsia caídos, deportivas blancas, chaqueta de piel de conejo y un montón de pulseras de oro de mi abuela para dar cierta respetabilidad al conjunto); pero inmediatamente ha prevalecido el espíritu navideño y me ha ayudado. Los desconocidos siempre ayudan (los amigos también). Son los conocidos los que no suelen ayudar. Yo creo que en vez de todas esas campañas de las ONG, etc, para ayudar a los demás (que están muy bien), se tendría que hacer alguna también para aprender a pedir ayuda. Si todos pidiésemos ayuda más a menudo, aprenderíamos a prestarla. ¿No? Y así se transforma una sociedad. En fin, ya os advertí de que con la Navidad, me ablando.
Las fotos. Mi lista de reyes: un abrigo de abuelita, una bufanda rosa, unas braguitas de chica Bond. Se llama esquizofrenia estilística. Yes.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

¿El monstruo de la Navidad es el mal gusto?




Ya se me ha pasado la época de odiar la Navidad. Soy demasiado mayor. También soy demasiado mayor para adorar la Navidad. Pero ya no la odio. He aprendido, más o menos, a convivir con ella. Conozco los caminos por los que no debo transitar demasiado durante esos días: la nostalgia, los muertos, la soledad, etc. Y los caminos por los que sí: amigos, hijos, compras y alcohol, básicamente. Y, sin embargo, hay un fenómeno que  no he logrado domesticar. Me ablando. De repente, un calendario de adviento gigante (ver esquina derecha de la foto), me parece una maravilla absoluta. Unas iluminaciones cutres, me parecen auténticas obras de arte. Y cuatro niños desafinando mientras cantan villancicos, me hacen saltar las lágrimas de emoción. Este reblandecimiento estético y moral, también afecta a mi vestuario: hace días que solo llevo Ugg (y estoy pensando en comprar unas de color rosa-rojo, en plan elfo navideño) y chaquetitas de abuela, y estoy esperando a las rebajas para comprarme el abrigo de flores (!!!!) (a mí que las flores solo me gustan en jarro y NUNCA NUNCA en la ropa...) de Paul Smith de la foto. Mis amigos están muy preocupados, claro. Pero a mí solo me preocupa una cosa: ¿dónde encontraré un gorro de lana del mismo rosa chicle que las botas?

viernes, 22 de noviembre de 2013

Facebook, el suicido del PSC y los calcetines de cashmere



Los temas de la semana:

Facebook:
He pensado que esos que quieren darse de baja de facebook (pero seguirán mirando los mensajes, ¿eh?) para volver a leer libros, abrazar a los suyos (eso dicen, sí, en serio), disfrutar del tiempo, otear el horizonte, leer poesía, en fin, dedicarse a tareas "elevadas", podrían también volver a vivir en los árboles (pero no en los que tengo delante de mi casa, please), renunciar a los periódicos (en los que, a menudo, escriben) para limitarse a las señales de humo, y tirar el móvil a la basura. Facebook es el patio de vecinos, el bar de la esquina, la plaza del pueblo, la peluquería, el salón de Madame de Rambouillet. Facebook existe desde el principio de los tiempos. Que los puristas y los neo puritanos renuncien a ello para volver a leer a Kierkegaard, me parece perfecto, pero que nos ahorren sus explicaciones y su sentido de superioridad. Se puede leer a Proust y estar en facebook. Yes. Es más, estoy segura de que Proust se hubiese pasado la vida en facebook.

El PSC:
Hace unos días, se suicidó el socialismo catalán, alegre y valerosamente, como quien ya no tiene nada que perder (lo cual, en su caso, seguramente era cierto) al decidir que no apoyaría una consulta sobre la independencia de Cataluña a no ser que fuese dentro de la constitución y bla, bla, bla. Al día siguiente, toda la gente de bien, empezando por el bueno de Gabilondo, se congratulaba porque, ahora sí, los catalanes ya no tendríamos más remedio que entender la diferencia entre "sueño" y "proyecto político". Y yo, que nunca he sido independentista (y no lo soy) y que siempre había votado al PSOE (PSC) y a IU (ICV), cada vez tengo más ganas de votar a Esquerra Republicana o al CUP. Y cuando los independentistas acaben ganando las próximas elecciones, todo el mundo se rasgará las vestiduras y exclamará "¿Cómo hemos podido llegar a esto?". Pues así, pasito a pasito.

Los calcetines de cashmere:
Daos de baja en facebook y haceos el harakiri, si os apetece, pero antes, pedidle a los reyes magos unos calcetines de cashmere de la marca Brora. Eso sí que te cambia la vida.

Feliz fin de semana, queridos.

jueves, 14 de noviembre de 2013

¿Qué regalo hacer?



Lista de regalos posibles y sus consecuencias.

Los bombones: Es una (muy) buena opción, siempre que tengamos en cuenta que el 70% de la población femenina considera que comer chocolate (o cualquier cosa que contenga azúcar) es peor que drogarse. Tengo una amiga que, cada vez que voy a comer a su casa, me suplica que no traiga postre (que es mi parte favorita de cualquier almuerzo) y después, resulta que no hay postre (ni drogas). Resultado: al salir, tengo que ir corriendo al Caprabo a comprar un Crunch. No hay derecho.

La ropa: Tienes que conocer mucho a la persona para poder regalarle ropa (sobre todo si es una mujer), y siempre conocemos a TODO el mundo MENOS de lo que pensamos. A un hombre, es más fácil. Y, a menudo, aunque no le guste demasiado, se lo pondrá. Una mujer, obviamente, NO.

Las joyas "caseras": La moda del "hazlo tú mismo" (cultiva tú mismo tus tomates, pare a tu hijo en tu propia cama -aunque sea una marranada. Y después, no te extrañes de que tu marido no quiera follar contigo, ni con nadie más, nunca más en la vida-, téjete tus propias espantosas bufandas, coge una raíz de no sé qué para curar el resfriado, etc.) ha llegado a la joyería, así que no es de extrañar que, en cada cumpleaños, se te presente alguien con un cordel y una piedra de la playa mal agujereada y te diga que es un collar, y te obligue a ponértelo (estropeando así el look cumpleañero que has tardado una semana en componer). Te lo pones, claro, porque, en el fondo, eres una buena persona.

Un libro: es una buena opción, menos si eres editor y el libro lo has publicado tú.

Algo decorativo para la casa: muy peligroso, todos tenemos mil manías. Lo bueno es que suelen ser cosas que se pueden romper. "Me encantaba, pero se rompió. Tengo un disgusto..." Tampoco eres taaaan buena persona, ¿eh?

Ropa interior: no, no y no. En ningún caso. Todo lo relativo al sexo es muy delicado y la frontera entre lo excitante y lo chistoso es finísima.

Los regalos imposibles: Son los regalos que uno haría si... Conocí a un tío que siempre me decía que cuando tuviese dinero me regalaría un catamarán. No un original de Erté, no unos pendientes de Sophie Bille Brahe, no un bolso de Mansur Gavriel, no una pata de jamón de Jabugo, noooooooo: un catamarán. (PS: la relación acabó antes de que me comprase el catamarán, que, por otro lado, jamás en la vida he deseado tener).

La foto es de la gran Deborah Turbeville, que acaba de morir. Una de mis fotógrafas favoritas.


jueves, 7 de noviembre de 2013

Albert Camus: the icon


100 años del nacimiento del gran Albert Camus. Fui al Liceo Francés. Soy una romántica empedernida. Es uno de mis héroes. Claro. Dadme a un hombre con gabardina y el cuello subido y una mañana nublada y un cigarrillo en la comisura de los labios y media sonrisa y una mirada inteligente y soñadora y sexy, y caigo. Cada vez. Es uno de mis escritores favoritos. Pero creo que lo que hace de Camus un escritor absolutamente excepcional es (además del talento estratosférico) la belleza, el estilo, la masculinidad, el ángel, el glamour, la pinta de héroe solitario, o como queráis llamarlo (si hubiese justicia en la tierra, la revista masculina ICON, que lanza hoy EL PAÍS, hubiese debido dedicarle la portada, o, al menos, una doble página interior. Si hay un Icon, ese es Camus). Ocurre lo mismo con Rimbaud o con el Che, por ejemplo. Pero en esta sociedad hiperpuritana en la que vivimos, alabar y reconocer el peso de algo tan aleatorio e injustamente repartido como el atractivo, el ángel (la magia de alguna gente que solo con mirarla te dan ganas de desnudarte), se ha convertido en tabú. Ya no digamos si se trata de un gran escritor. Pero, yo de vosotros, me ahorraría todos los artículos sobre su obra (sobre todo si no la habéis leído todavía), su filosofía, sus desencuentros con Sartre (el feo, y se lo hizo pagar caro) y me limitaría a mirar las fotos. Y luego, bajad a la librería de la esquina y comprad "La caída". Allí está todo. Nunca volveréis a recorrer los puentes de París de la misma manera.

martes, 5 de noviembre de 2013

La ley del mínimo esfuerzo (por los demás)


Si hay algo que creo que define estos primeros 13 años del siglo XXI es la ley del mínimo esfuerzo.

- ¿Poner el intermitente? Nooooooo. ¡Qué cansado! Y ¿para qué? Que estén atentos los demás conductores. Ya verán si giro, ¿no? ¿Qué se han creído?

- ¿Abrir o aguantar la puerta para que pase la persona que viene detrás o alguien de mayor edad que puede necesitar ayuda? ¡Ui, no! ¡Te puedes romper el brazo con el esfuerzo de sostener la puerta! Y tienes prisa, cosas importantes que hacer. Y de todos modos, son desconocidos. ¡Qué más da!

- ¿Levantarse de la mesa cuando llega alguien? ¿Para qué? Que se inclinen ellos para saludar. ¡Qué pereza levantarse! Y además, ¿no sois todas feministas? Que se levante tu tía.

- ¿Responder los mails o los mensajes que no te interesan? ¿Para qué? Es un rollo tener que decir "no". Es mucho más fácil obviar la pregunta o la petición, no responder, no darse por aludido. Si no lo entienden, es que son tontos. ¿No? ¿Para qué perder el tiempo en contestarles, darles una explicación o lo que sea, si son tontos y si, de todos modos, no te interesan?

- ¿Dar las gracias a posteriori, por una cena, por haberte echado un cable, por lo que sea? ¿Para qué? Lo han hecho porque han querido. Y mandar un "what's up", y ya no digamos, una notita manuscrita, dando las gracias, es un esfuerzo sobrehumano. Y, de todos modos, ya no lo hace nadie, es una cursilada.

Hay muchos más ejemplos.

Sensación de que esto se ha convertido en una jungla, no de animales salvajes y hermosos, no de leones majestuosos y perezosos que te arrancarán la cabeza, no de elefantes gigantes que te tumbarían con un golpe de trompa, no de pirañas, ni de anacondas, ni de tigres, ni de aguilas. De cerdos.

La foto: Jacob Morton, el modelo del siglo XXI.

domingo, 27 de octubre de 2013

La muerte de nuestros padres


Extraña, la sensación de irse quedando sin padres. Como si respirar se fuese haciendo más difícil, como si el mundo se fuese cerrando sobre nosotros. Mis padres, mi tata, Ingmar Bergman, Pina Bausch, Maurice Béjart, y ahora Lou Reed. Y, sin embargo, qué suerte increíble la de haber tenido estos padres. La de haber sido educada por esta gente. La de haber compartido la tierra y la época durante un tiempo con ellos. Que en un época de cobardes y de gente que se dedica a dar lecciones bienpensantes sobre todo, todavía pululasen (y pululen: Mandela, Philip Roth, Dylan, Serrat, etc) algunos rebeldes, algunos cabreados, algunos valientes, algunos genios, algunos apasionados, algunos torturados, es señal de que volverá a haberlos, de que no todo está perdido.
De momento, Señor Reed, seguiremos caminando por the wild side en busca del perfect day, tal y como usted nos enseñó, aunque, a partir de ahora, será un poco más difícil encontrarlo.

martes, 22 de octubre de 2013

Cosas que le quedan bien a todos los tíos



Cosas que le quedan bien a todos los tíos:

- Las bufandas.

- Las bicis.

- La barba de cuatro días.

- Las camisas blancas.

- Los polos Lacoste (pero viejos, lavados 1000 veces como mínimo).

- El pelo despeinado.

- El amor por los animales.

- Cualquier instrumento musical.

- La timidez.

- La buena educación.

- La habilidad manual.

- Las camisetas viejas (pero limpísimas. viejas y guarras, no funciona).

- La poesía.

- El fútbol.


Cosas que le quedan mal a todos los tíos:

- Los porsche.

- Las joyas (menos si te dedicas al rap y si eres negro, en ese caso, es sexy)

- Los mocasines.

- Los cuellos cisne.

- Las camisas con pinzas.

- Los foulards.

- Los bolsos.

- El yoga.

- Los puros.

- El vegetarianismo.

- El machismo.

- Las sandalias.

- El miedo a las arañas.

- El miedo en general.

- Los relojes caros.

- Las gorras.

- Las banderas.

Las fotos: Los maravillosos Benedict Cumberbatch y Damian Lewis con bufanda.

martes, 15 de octubre de 2013

La última multa


Historia verídica de lunes por la mañana.

      A pesar de mis denodados esfuerzos (gritos, amenazas, esfuerzo sobrehumano para recordar en qué calle aparqué el coche la noche anterior, etc), llegamos un pelín tarde al colegio. Cuando regreso a mi destartalado coche, que he dejado aparcado en la zona azul, sin ticket, hay un policía (o cómo se llamen) poniéndome una multa. Me acerco y le digo: "Perdone, perdone, mi hijo llegaba tarde al colegio y no tenía monedas. Ahora mismo saco un ticket". Sigue escribiendo la multa, impertérrito. Es joven y va requeteplanchado y repeinado. Entonces, levanta la vista, se me queda mirando sonriente, y me dice:
     -Te pareces mucho a esa actriz... ¿Cómo se llama?
 Le sonrío (todo lo luminosamente que puedo sonreír un lunes por la mañana, antes del café).
Me devuelve la sonrisa, pero sigue con su multa, como si nada.
     - Mmmmmmm. ¿Cómo se llamaba? Salía en esa peli...
Y el tío sigue rellenando la multa con una sonrisa de oreja a oreja.
Le digo:
     -Oye, tío, me estás poniendo una multa. No vamos a ligar.
Suspira y sigue con la multa. Cuando, por fin, acaba, me dice:
    -La puedes anular por 6 euros.
Yo: Ya lo sé.
Él: Te voy a acompañar a la máquina para ayudarte.
Yo, dirigiéndome a la máquina más cercana, con el poli, detrás: No hace falta. Sé perfectamente cómo funcionan. En realidad, cómo NO funcionan ya que nunca aceptan mi tarjeta, que en todos los otros sitios funciona perfectamente.
Meto la tarjeta. No funciona. Meto la otra tarjeta. Tampoco funciona.
Le miro con odio. Me sonríe cariñosamente.
Me dice:
- Vamos a otra, esta debe de estar estropeada.
Volvemos a recorrer la calle en dirección opuesta. Volvemos a pasar por delante de unas madres perfectas del colegio, que están desayunando tranquilamente en una terraza y que nos miran con cara de curiosidad y de sospecha.
Meto la tarjeta en la otra máquina. Tampoco funciona. Le miro:
- ¿Ahora que hago? No tengo monedas.
Me dice:
- Te voy a enseñar cómo meterla. La tienes que meter con decisión, como si me la metieras a mí.
Miro al joven renacuajo uniformado y empiezo a preguntarme si no es un loco que se ha escapado de un psiquiátrico, pero su uniforme parece auténtico, me digo, observándolo disimuladamente... O tal vez simplemente haya visto demasiadas pelis porno con policías...
La mete con decisión.
Sigue sin funcionar.
Le fulmino con la mirada. Él parece encantado de la vida.
Le arranco la tarjeta de la mano y le digo:
- Voy a buscar cambio al estanco. -Y antes de dejarle responder- NO vengas.
Y se queda en la acera con cara de pena.
O esperando a su próxima víctima.
No sé.
No soporto los lunes.

La foto: un coche, que no es el mío.


   

martes, 8 de octubre de 2013

Cosas deprimentes que ocurren en otoño


Cosas deprimentes que ocurren en otoño:  

     -Tener que volver a ponerse calcetines y coger la gripe por querer seguir yendo descalza y medio desnuda.

     - Darse cuenta de que ha pasado otro verano y de que nada de lo que promete el verano se cumple nunca -aunque la Navidad es todavía más traicionera-.

     -Tener que forrar los libros del colegio y que queden, un año más, como churros, llenos de burbujas, y que tu hijo te mire con cara de pena y te diga: "No pasa nada, mamá, no te preocupes".

     -Ir a la reunión de padres (algo de por sí ya muy deprimente) y darse cuenta, sentada en los pupitres de los niños, de que nada ha cambiado. Sigue habiendo el grupo de empollonas aplicadas, que lo apuntan todo en un bloc de notas y que preguntan mil bobadas detalles. Sigue habiendo graciosillos -aunque vayan con traje y corbata- que se mueren de risa con la menor tontería (por ejemplo, si suena un móvil, que es algo graciosísimo). Sigue habiendo el grupo de integrados/as, ahora convertidos en parejas perfectas, que acuden juntos a la reunión, que nunca nunca se olvidan del equipo de natación, que siempre siempre le ponen fruta para merendar y cuyo hijo hace 20 extra escolares, entre ellas, chino mandarín y violín. Y tú, que sigues estando en el grupo de los raros (junto a la dominicana, al padre soltero fumador compulsivo, a la lesbiana con el niño adoptado africano, etc).

 Y cosas buenas que ocurren en otoño (y nos os quejéis, me ha costado mucho dar con ellas...):

- Las botas.

- Las bufandas.

- Los higos.

- Las setas.

Me voy a la cama. Despertadme para Fin de Año San Juan, please.

La foto: ideas para pasar el invierno.
Los príncipes Yvonne y Alexander Sayn-Wittgenstein-Sayn en 1955. Foto de la princesa Marianne Sayn-Wittgenstein-Sayn.





domingo, 29 de septiembre de 2013

mejor, hecho - mejor, deshecho




Las camas: hechas.

El pelo: deshecho.

Las uñas: hechas.

Los labios: deshechos.

Las americanas: hechas.

Los vaqueros: deshechos.

La ropa interior: hecha.

Las camisetas: deshechas.

El amor: hecho.

El sexo: hecho y deshecho.

La cabeza: hecha.

El corazón: deshecho (pasados los 15 años, las personas con el corazón intacto son muy aburridas).

La foto: mi uniforme de verano: vaqueros deshechos, camiseta deshecha.

Feliz semana.


lunes, 23 de septiembre de 2013

Próxima estación: vosotros no podéis entenderlo.


En el asunto de la cuestión catalana, creo que nos estamos acercando a toda velocidad al "vosotros no podéis entenderlo". A principios de los 90, cuando estudiaba arqueología en la Universidad de Londres, me hice muy amiga de Asaf, un chico isrealí que estudiaba conservación (la preservación y restauración de objetos, una vez los arqueólogos los hemos sacado de la tierra). Nos veíamos constantemente, nos lo contábamos todo. Yo, mis aventuras de niña de 20 años a la que se le acaba de morir el padre y que decide que nada más podrá con ella. Él, su matrimonio, que hacía aguas. A pesar de tener solo 4 o 5 años más que yo, estaba casado con una mujer maravillosa, que le abandonó. Pero también hablábamos de arqueología (poco), del mundo (mucho), de política, de religión, de nuestros sueños, de sexo, etc. No había ningún tema tabú. Hasta que llegábamos (y siempre llegábamos, era un asunto que, en aquella época, me interesaba mucho) a Israel y Palestina. Entonces, Asaf, bajando la mirada, me decía: "Este asunto no puedes entenderlo". Y se había acabado la conversación. Cuando yo, furiosa (era la más lista del mundo, no había ningún asunto que no pudiese entender), insistía, me decía: "La gente de fuera no podéis entender lo qué pasa". Y entonces sí que se acababa la conversación.
Creo que en Cataluña estamos a 6 meses del "vosotros no podéis entenderlo". Leo artículos de escritores a los que amo y pienso, "sí, tienen razón, pero no es eso". Cuando se llega (en lo que sea) al "tú no puedes entenderlo", es el final. Estamos a 6 meses.

La foto: más Rolling Stones por Dominique Tarle. ¿Ninguno de mis amigos editores españoles podría publicar ese libro? Lo quiero.


domingo, 22 de septiembre de 2013

Las botas para estar por casa


No se me ocurre ningún sitio en el que poder llevar estas botas maravillosas y desquiciantes (y que deben valer más o menos el PIB de un país africano de tamaño medio), a parte de por casa. No se me ocurre ninguna manera de llevarlas que no sea prácticamente desnuda, como la mujer de la foto. La continuación de esta botas de piel solo puede ser la piel humana (que junto con el cerebro es lo mejor que tenemos). No te puedes poner unas medias (que, de todos modos, yo no me pongo nunca porque soy claustrofóbica), ni unos vaqueros (si no quieres parecer la novia de Lucky Luke), ni una falda (lo demasiado sexy mata lo sexy). Entonces, ¿para qué las ha diseñado la gran Phoebe Philo? Pues para recordarnos que, aunque parezca que el verano se haya acabado, es mentira. Que tía más lista.
Feliz otoño, queridos.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Nacionalismo, anti nacionalismo y marihuana.



Razones por las que esta ciudad, Barcelona, ya no vale la pena:

La intolerancia

- Es imposible hablar de nacionalismo o de anti nacionalismo -y disentir- sin que alguien se enfade. La mayoría de los nacionalistas y de los anti nacionalistas son cada vez más parecidos: maleducados, intransigentes, con mala fe, pensando sistemáticamente lo peor del otro bando, con un sentimiento de superioridad sobre el resto de los mortales bastante molesto. Los que no lo tenemos claro, somos considerados unos imbéciles, unos traidores. Tal vez sí soy una idiota rematada, pero me gustaría poder decirles a mis amigos anti nacionalistas que tal vez, si la mayoría elige la independencia, me parecerá bien. Y a mis amigos nacionalistas que no voy a las manifestaciones del 11 de septiembre y que hablo -y seguiré hablando- con mis hijos en castellano, porque es mi lengua (la lengua en la que mis padres me decían que me querían), sin que nadie me mirase con cara de asco o me insultase.

Razones por las que esta ciudad vale la pena:

La tolerancia

- Hay un local en el centro de Barcelona en el que se puede comprar -y fumar- marihuana de forma civilizadísima, amable y abierta. Sin hacer apología, sin esconderse, sin tonterías, sin aspavientos, con un respeto máximo por los demás (ya sea el tío con cáncer en silla de ruedas que la compra para aliviar el dolor de la enfermedad, ya sean los que la compran para aliviar el dolor de estar vivos, ya sea los que van simplemente a leer el periódico y a fumar cigarrillos normales). Que pueda existir un local así en esta ciudad, significa que no todo está perdido.

La foto: Otra imagen de Dominique Tarle, en casa de los Rolling Stones, en el sur de Francia. En primer plano, la mítica Anita Pallenberg.


lunes, 9 de septiembre de 2013

Guía para reconocer a una novia de mala calidad.



-Si la quieres solo por el físico: fatal. Significa que eres uno frívolo que no sabe que la belleza está en el interior. Si la quieres solo por el interior: fatal también, quiere decir que la encuentras fea.

- Si quieres conocer a sus hijos: "¿Pero este tío qué se ha pensado? Si solo hace 7 meses que salimos. ¿Cómo le voy a presentar a lo más importante de mi vida?"
- Si no expresas ningún interés especial en conocer a sus hijos: "Pero, ¿cómo se atreve? Está claro que no me quiere y que no le importo, si no estaría de rodillas deseando conocer a mis tesoros maravillosos."

- Si solo quieres follar: Eres un cerdo. Y no se dice follar, se dice hacer el amor.
- Si demuestras interés en otras cosas además de follar (lo cual es muy raro que ocurra durante el primer año): "Está claro que no le gusto,  creo que se me está empezando a caer el culo o debe de ser porque en realidad no sé follar hacer el amor, o porque hay algo raro en mi cuerpo que ningún hombre me ha dicho, pero que a él le horripila."

- Si le hablas de tus ex: es que no lo has superado y eres un pelma de campeonato. "Yo no soy tu psiquiatra, ¿eh?"
- Si no le hablas de tus ex: "Es un tío rarísimo, no confía en mí. O tal vez todas sus ex estén en alguna cuneta con el pescuezo rebanado..."

- Si no le mandas un sms al día: No la quieres.
- Si le mandas un sms al día: Eres un tío pesado, que no la deja en paz.

Otras señales indicativas de una novia de mala calidad:

- Asegurar una y otra vez que ella no es una pesada, cuando nadie no-pesado tiene la necesidad de repetir algo mil veces.

- Decir que no quiere celebrar su cumpleaños (un clásico), pero, cuando, después de mucho insistir, le haces caso y no organizas nada, no hablarte durante dos meses. (Un poco como los tíos que te dicen mil veces que no te enamores de ellos y que, cuando les haces caso, te llaman puta).

Feliz semana.

La foto: Una de las míticas fotografías que hizo Dominique Tarle de los Rolling Stones y sus familias, en la mansión que alquilaron a principios de los 70, en el sur de Francia, y donde grabaron "Exile on Main Street". La vida debería ser siempre como en la foto. (Deseo intensamente poseer el libro. Después de mucho investigar, di con el galerista, en Londres. Le mandé un mail. Me contestó, amabilísimo, que me podían mandar un ejemplar de la edición sencilla, que la de lujo era muy difícil de conseguir. Que serían 2,950 libras por la edición barata... No hay derecho...)




viernes, 6 de septiembre de 2013

Los neo-cursis



Los neo-cursis. Un nuevo tipo de hombre que deambula por nuestra geografía (que no es el de las fotos de hoy).

- Son los que afirman que todo el mundo es interesante y que, en el fondo, todo el mundo es bueno.

- Son los que afirman que todos los niños son monísimos.

- Son los que te dicen que todas las mujeres somos diosas, mágicas, seres de otro mundo etc. Aunque estés con la cabeza dentro del váter, vomitando. Aunque te estés zampando una caja de donettes de almuerzo.

- Son los que aseguran que, con entusiasmo y ilusión, se consigue todo.

- Son los que te cuentan que meditan cada día (cuando el resto de los mortales nos conformamos con pensar, y ya nos cuesta lo nuestro).

- Son los que te hablan de tu alma (mientras te miran el escote).

- Son los que no comen nada que no sea ecológico, biológico, cultivado con cariño y amor, por unos neo-campesinos que reciclan, hacen yoga, tejen sus propias bufandas ecológicas y tienen largas conversaciones con las lechugas.

- Son los que se pasan el día haciendo fotos con efecto "flou" y luego, encima, te las mandan.

- Son los que hablan bajito y pausado, sin alterarse nunca (en plan Guardiola en sus ruedas de prensa). Y te dan unas ganas terribles de darles un tortazo para que despierten ellos y no te duermas tú.

- Son los que están empeñados en darte un masaje y lo intentan a todas horas: aunque estés en el metro, aunque estés en el Corte Inglés intentando (por milésima vez) concentrarte para comprar las bolsas de aspirador adecuadas (y no tener que regresar a casa y que la chica te mire con cara de pena y de triunfo, y te diga, con una sonrisa de oreja a oreja, que te has vuelto a equivocar de modelo), aunque estés intentando explicarle (por milésima vez) a tu hijo pequeño que, en principio, las cosas no se tiran por la ventana.

Las fotos: dos detalles del atuendo de mi amigo Pedro Porta, que no es ni cursi, ni neo, y que, cada vez que le veo, me entran ganas de robarle los calcetines.

Buen fin de semana.


viernes, 30 de agosto de 2013

Should I stay or should I go?



5 razones para irse del verano:

- Me muero de ganas de dejar de ver fotos en facebook, instagram, etc, de niños más bien feítos, en traje de baño, haciendo monerías. Ningún niño tiene ningún interés. El interés, el derecho a ser escuchado y/o fotografiado, se gana. Nuestros padres lo sabían. Nosotros lo hemos olvidado totalmente.

- Me muero de ganas de dejar de ver fotos mediocres en facebook, etc, de lugares que todos conocemos.

- Me muero de ganas de enfundarme en mis vaqueros. Cada vez que abro el armario, me miran con cara de reproche y de pena. No lo soporto.

- Me muero de ganas de volver a las clases de yoga, quiero forzar mi cuerpo, obligarle de nuevo a hacer cosas que no quiere, quiero que esté dolorido y con agujetas, quiero que proteste y hacerle callar. No soporto los cuerpos demasiado mimados, prefiero que estén cabreados, tensos, a la espera.

- Me muero de ganas de despertarme a las 4 de la madrugada con los pies helados, buscar entre maldiciones una manta en el armario y volver a dormirme, tapada.

5 razones para quedarse -para siempre- en verano:

- Quiero que mis labios sepan a sal durante todo el año.

- Quiero las mechas rubias del sol y del mar, que ningún peluquero en el mundo puede imitar.

- Quiero las pecas en las rodillas en pleno invierno, que me recuerdan a la niña, a las rodillas peladas, a las carreras (que siempre perdía).

- Quiero la paz del verano, la sensación de que todos dejamos las armas durante un rato. Justo ahora que estamos a punto de retomarlas (y a pesar de que estoy a favor de una intervención en Siria y de que, esta vez, no me pienso excusar por ello, ni dar explicaciones, ni pelearme con nadie).

- Quiero la luz rosa de las tardes de Cadaqués, siempre, cuando la necesite (y la necesito a menudo para combatir las oscuridades).

Feliz viernes, pequeñuelos. I'm back.

PS: Y quiero esas botas. Ya.

lunes, 15 de julio de 2013

Besos de verano



1. Besar a un ex.
    Mala idea. Todos lo hemos hecho. Y todos sabemos que es una mala idea. Incluso en verano. Incluso si estás triste. Incluso si te sientes sola. Incluso si las gotas de sudor sobre su nariz te dan ganas de mordérsela.

2. Besar a un amigo.
     Lo de Harry encontré a Sally casi nunca ocurre en la realidad. Los amigos están para consolarnos de los novios, para decirnos que ha sido una gran idea hacer una hoguera con toda su ropa en el salón, para llevarnos a beber sake. Ningún beso en el mundo vale el riesgo de perder a un amigo.

3. Besar a una amiga.
     De las 20 cosas que habría que hacer antes de morir, esta es una.

4. Besar a un hombre casado.
    Tampoco es muy buena idea. La primera vez tiene su gracia, la décima empieza a ser cutre. Y todo el mundo sabe que no hay nada más cutre que un amor cutre.

5. Besar al primero que pasa.
     Es lo más parecido a un deporte. Se suele ir dopado. No significa nada. Pasa muy rápido. Pero acelera el pulso, dilata las pupilas, nos pone más guapos y nos obliga a ponernos en la línea de salida. Y es más sano que correr maratones.

6. Besar al futuro.
     Borra todos los besos anteriores de un plumazo. Acalla el pasado. Cura las pupas. Quien lo probó, lo sabe.

Me voy de vacaciones. Hablamos en septiembre. Que os hartéis de besar.



domingo, 7 de julio de 2013

La pulcritud


Pulcritud: una de mis palabras favoritas. Taaaaaaaan pasada de moda. Y tan vinculada a la elegancia y al estilo. No hace falta comprar ropa para ser elegante. De hecho, mis personas favoritas casi no compran ropa, llevan cosas que tienen muchos años, gastadas, viejas, restauradas mil veces, pero impecables, como ellos mismos. Limpias, planchadas, cuidadas. O sea: amadas. Se nota mucho la ropa que es amada y cuidada, del mismo modo que se nota mucho la gente que es amada y cuidada (y la gente que es -o ha sido- atropellada y golpeada). Tal vez estaría bien volver a la pulcritud. En la ropa, en el comportamiento, con los demás, con nosotros mismos. Negarse a entrar en las pocilgas. Aprovechar que vivimos cerca del sol y del mar para vivir realmente cerca del sol y del mar. ¿No?
La foto: vaqueros de Citizens of Humanity. Los pantalones de rayas perfectos.

viernes, 28 de junio de 2013

¿Celos? Nooooooooooooooooo.


Los hombres no tienen celos de los otros hombres, noooooooooooooo. Pero... algunos...

- En cuanto ven a un hombre más atractivo que ellos, sugieren que debe de ser gay. "Seguro. 100% seguro que es gay. ¿No has visto como me tiraba los tejos? Qué ingenua eres..."

- En cuanto ven a un hombre más atractivo que ellos, se sienten con el deber de avisarte de que es un descerebrado y de que solo le gustan las chicas de 20 años, no como a ellos, que son taaaaaaan profundos...

- En cuanto se habla de belleza masculina, responden muy dignamente que ellos no son capaces de opinar sobre otros hombres porque claro, como son taaaaaan machos, taaaaan requeteheterosexuales, para ellos un tío es como una hoja de lechuga, ni la ven...

- En cuanto se habla de belleza masculina, ponen cara de sorpresa e incomprensión y dicen: "Francamente, no entiendo qué le veis a Ryan Gosling...". Y suspiran mirando al infinito...

Las mujeres no tenemos celos de las otras mujeres. No. Pero...

- Las únicas mujeres guapas del planeta tierra son 1. nuestras amigas. 2. nuestras futuras amigas. 3. Kate Moss. 4. alguna estrella de Hollywood muerta hace mil años.

- Siempre es un motivo de alegría y regocijo (para nosotras y para nuestras amigas) ver que nuestro ex está con una chica más fea (¡hip, hip, hurra!), más tonta (¡hip, hip, hurra!) y más aburrida (¡hip, hip, requetehurra!) que nosotras. Y pobre chica, no le conoce todavía, lo va a pasar fatal. ¡¡¡Hip, hip... Ya paro, ya paro.

- Ni se os ocurra hablarnos de otra mujer sin especificar antes que no nos llega ni a la suela del zapato. Ejemplo: "Ayer conocí a Gisele Bundchen, que por cierto, no es tan alta como parece, ni mucho menos. No te pasa una cabeza y media. Noooooo..." o "Ayer conocí a Madame Curie, que no es tan inteligente como parecía, no, no, para nada, tú le das mil vueltas, cariño."

La foto: Suzy Parker, una de las modelos favoritas de Chanel, de rojo.






martes, 25 de junio de 2013

S.A.P.E.




Mañana miércoles, se presenta en Barcelona un libro de fotos maravillosas, de Héctor Mediavilla, que demuestra que la ropa no es únicamente el reflejo de lo que somos (una mezcla de nuestros orígenes, cultura, educación, gusto e instinto personal, etc), sino también de lo que querríamos ser. Hay un grupo de hombres en el Congo (uno de los países más pobres del mundo), llamados los "sapeurs", cuyo hobby, pasión, o como se quiera llamar lo que les mueve, es vestirse elegantemente. A ello dedican tiempo, dinero y energía. Y con ello plantan cara al mundo que les ha tocado en suerte. Yo, que tengo debilidad por los hombres bien vestidos, por los hombres soñadores y por los hombres que plantan cara al mundo, no me lo pienso perder. A las 7:30 en Golferichs, Gran Via, 491.

jueves, 20 de junio de 2013

El dia que me enamoré de un gordo


Los amores más interesantes, creo -yo, con mi larga lista de amores como trenes a punto de descarrilar-,  son los que te ponen contra las cuerdas, los que de repente te hacen amar algo que cinco minutos antes detestabas, los que nos hacen salir de nuestras diminutas casitas y nos obligan a poner un pie -y, a veces, todo lo demás- en el vacío, en tierra virgen o, en este caso, en New Jersey. Amé a Tony Soprano porque estaba gordo, no a pesar de que estuviese gordo. Porque fumaba puros -el mero olor me produce arcadas-, por sus chándals, guayaveras y trajes, por su forma de comer de pie, al lado de la nevera, como un cerdo, por ser un mafioso de barrio, un criminal. Y por todo lo demás, claro. Por eso no amo a Dan Draper (de Mad Men). Cuando le miro, me duelen los ojos de lo guapo que es, pero no se me revuelven las tripas. Y el amor, claro, el de verdad, el que da cierto mareo y ganas de vomitar (al menos a esta pobre loca), está en las tripas, no en los ojos, no en la cabeza. Sr. Gandolfini, muy mal por haberse muerto.

miércoles, 19 de junio de 2013

Recibir tumbada


Me parece que la elegancia (palabra que no me gusta nada), la clase (tampoco me gusta) y el estilo (un poco más) surgen de la combinación perfecta entre rigor y "laisser-allez" (palabra que sí me gusta y que significa algo así como relajación). Demasiado rigor, demasiada rigidez y demasiada perfección en el atuendo, y sobre todo en la actitud, matan la voluptuosidad (que como todo el mundo sabe, es el único objetivo y razón de ser del verano, del sol, del mar, de los mojitos, etc). Pero demasiada relajación, se puede convertir en dejadez, y la dejadez física (y ya no digamos, la mental) nunca es sexy (y ser sexy es, como todo el mundo sabe, el único objetivo de la vida). En fin. Coco Chanel, la mujer que inventó la elegancia moderna, recibía a sus amigos tumbada en la cama, vestida con pijamas de seda y fumando. Claro. Yo, que en esto sigo siendo un poco adolescente (en todo lo demás, soy de una madurez y sensatez extraordinarias. Yes.) y que, en cuanto llego a un sitio, tiendo a repantingarme, a estirar la piernas, o a doblarlas encima de la silla, o a cruzarlas como en yoga, o a sentarme -tumbarme- en la alfombra, o a descalzarme, etc, entiendo perfectamente a Coco Chanel. Y he decidido que, a partir de ahora, voy a empezar a recibir en la cama. Dress code: la mujeres, con perrito faldero incorporado. Los hombres, con corbata y de pie. Claro.

miércoles, 12 de junio de 2013

Las bicicletas no son para el verano


Hace unos años, cuando en Barcelona empezó la moda de las bicicletas, la acogí con gran entusiasmo. No porque tuviese la menor intención de desplazarme utilizando ese medio de transporte, noooooooooooooo, sino porque me parecía que traía un aire nuevo a una ciudad vieja. El paisaje de las calles cambió radicalmente, y para mejor. Después de una larga investigación y de mucho trabajo de campo, me di cuenta de que los hombres más guapos de Barcelona iban en bicicleta. De repente, los semáforos dejaron de ser aburridos y empezó a dar menos pereza coger el coche. Así pasamos unos años idílicos los ciclistas de Barcelona y yo. Pero, poco a poco, como ocurre siempre, todo se fue al traste. Los ciclistas se creyeron realmente que las calles eran para circular ellos y por alguna misteriosa razón, el nivel estético cayó en picado. Resultado: ahora los ciclistas conducen como caracoles cansados (hoy, encima, he visto a uno con cascos, ¡con cascos!!!!!!!!!, que paseaba tranquilamente por Muntaner -¡Muntaner!!!!!- escuchando música, mientras yo, detrás, le lanzaba maldiciones, que él no oía), utilizan tanto espacio como un coche, son culpables de que llegue tarde al colegio de mis hijos CADA día y son tan feos como los que vamos en coche. La única solución que se me ha ocurrido -y que no implica acabar en la cárcel- es que alguien cree un juego para teléfono que consista en un conductor cuyo objetivo es cargarse al mayor número de ciclistas posibles. Si hay algún diseñador de aplicaciones para móvil entre mis lectores, ruego se ponga en contacto conmigo lo antes posible, tengo un montón de ideas sangrientas. Nos vamos a forrar.
La foto: Marilyn.

jueves, 6 de junio de 2013

Mi bañera


Mi bañera es uno de mis lugares favoritos del mundo (sí, París, Italia, Cadaqués, mi bañera...). Es uno de los pocos sitios de la buhardilla donde vivimos, que mis hijos no invaden (o al menos no cuando estoy yo dentro, aunque lo intentan...), y en el que puedo disfrutar de cierta calma, pensar (la mayoría de las decisiones las tomo en la bañera, o en el coche sola mientras conduzco), mandar mails de trabajo (me suelo meter en la bañera con el iphone, a pesar de las advertencias de algunos de mis amigos, que aseguran que si alguna vez se me cae al agua, me electrocutaré...), escribir "what's ups" y jugar a "jewel mania", un juego al que estoy enganchadísima. En pocos lugares soy más feliz que en la bañera, en el mar tal vez, en la cama con mis hijos dormidos, en la cama con un hombre despierto. En fin. No utilizo jabones con espuma porque la mayoría resecan la piel, pero soy absolutamente adicta a los aceites para baño de Dr. Hauschka. Mi favorito es el de salvia. Y el de limón, que he descubierto que alivia la resaca. Mucho más que esa idea loca de que para quitar la resaca hay que tomarse una caña o un bloody Mary, que es como decir que para quitarse la resaca lo mejor es volverse a emborrachar... Lo cual tal vez sea cierto... pero... en fin...


lunes, 3 de junio de 2013

Cosas chic - Cosas no chic


No chic:

- No es chic comprar un perro, los perros se recogen en la perrera o en la calle (como John John Kennedy).

- No es chic empezar a marear a un camarero para que te preparen algo que no está en la carta.

- No es chic ser incapaz de apreciar la belleza de las personas del mismo sexo.

- No es chic hablar más de 5 minutos seguidos de problemas de salud o de dinero.

- No es chic decir que no lees (antes la gente intentaba disimularlo, ahora te lo lanzan a la cara en cuanto te despistas... La ignorancia es un nuevo esnobismo).

- No es chic llevar los vaqueros rotos. No es chic llevar tacones de palmo durante el día. No es chic llevar bolsos caros (sobre todo en verano).

- No es chic hacerse el pobre (otro nuevo esnobismo. Antes nos hacíamos los ricos, ahora nos hacemos los pobres).

- No es chic llevar pendientes, collares, pulseras y anillos, todo a la vez. Elige una sola cosa, dos máximo.

- No es chic llevar solo ropa de marca.

- No es chic llegar tarde. No es chic dar explicaciones. No es chic (nada chic) ser tacaño. No es chic llevar perfume (los hombres).

Sí, sí, chic:

- Es chic comprar flores.

- Es chic llevar sombreros, gorros, gorras, etc. Mientras no sea en el interior, obviamente.

- Es chic saber cocinar, bailar, jugar a póquer y preparar cócteles.

- Es chic quitarle hierro al asunto.

- Es chic ser generoso.

- Es chic no hablar de uno mismo a no ser que sea para hacer reír a los demás.

- Es muy chic hacer reír a los demás.

- Es chic el color azul marino.

- Es chic cumplir las promesas.

-Es chic hacer promesas.

- Es chic decir "chic".

¿O tal vez no?




jueves, 30 de mayo de 2013

¿De qué estamos hechas las tías?



Yiqing Yin es una diseñadora francesa de origen chino, que hace una ropa extraña y sutil y sugerente y frágil, y un poco gótica y enfermiza, muy distinta a todo lo que se está haciendo en general, al minimalismo y bla, bla, bla. A mí, que estoy tan a favor de los excesos (y tan asustada por el mundo súper healthy, puritano, perezoso, cobarde y políticamente correcto al que nos dirigimos de cabeza sin ni siquiera darnos cuenta), solo me gusta el minimalismo en los muebles, y todavía...
En fín, Yiqing Yin hace ropa (foto 2) y ha realizado para la bienal de Venecia, que empieza ahora, la obra de la foto 1. Un panel de organza bordado con hilos de seda que dibujan la silueta de una mujer. No creo que la moda sea arte, pero no tengo ninguna duda de que los que la hacen son artistas. Y de que esta mujer deshilachada, fantasmagórica y terrenal, ensangrentada, desafiante y quebradiza, medio diosa, medio títere, somos nosotras. Habrá que comprar el vestido.

viernes, 24 de mayo de 2013

Lo elijo todo


Sigo apasionadamente la serie "Game of thrones". Cada lunes, me descargo el episodio retransmitido el domingo anterior en la televisión norteamericana. La trama es tan compleja, que hay un montón de cosas que no entiendo (básicamente todos las idas y venidas por el bosque y en medio de la nieve), y tan violenta, que me salto fragmentos enteros para no tener pesadillas luego (y no tener que colarme, a media noche, en la cama de unos de mis hijos). Hace unas semanas, le cortaron la mano a uno de los malos (creo que es malo, pero no estoy segura: en la primera temporada, tiró a un niño desde una torre porque el crío le pilló acostándose con su hermana -creo que era su hermana-, pero ahora creo que se ha medio enamorado de su guardiana, una especie de gigante albina, que le odiaba y que le lleva por el bosque hacia no sé dónde, pero ahora ya se aprecian porque... no sé muy bien por qué... tuvieron una conversación muy profunda en que el malo lloró, pero no entendí muy bien qué pasaba...). En fin, le cortaron la mano, lo cual en esta serie es una minucia sin importancia -cada cinco minutos hacen cosas mucho más terribles- y, encima, se la colgaron al cuello. Así que el pobre tío tiene que pasearse durante todo el episodio con su propia mano colgando del cuello... cada vez más grisácea y seca y arrugada como una pasa.
Y va, y justo ayer, encuentro este collar de la diseñadora Jeanine Payer. Una diminuta mano de plata con un aro de oro y la genial frase de Santa Teresa, "I choose all", "lo elijo todo". Va a ser el lema del verano. Lo presiento.

martes, 21 de mayo de 2013

¿Quién es más viejo?



Por un lado, tenemos al semidios Keith Richards, hace un par de semanas, en un concierto en Nueva York, vestido de pies a cabeza de Saint Laurent (por Hedi Slimane). Por otro, a la persona antes conocida como Nicole Kidman, ayer, en la alfombra roja de Cannes, intentando mirar hacia su derecha y fruncir el ceño, sin que se le rompan todas las costuras y le salgan disparados los mofletes y los alambres que mantienen sus ojos tan abiertos. Keith Richards se ha hecho viejo sin dejar de ser quien ha sido siempre. Kidman ya no se sabe muy bien quien es, pero está claro que ella también está luchando por seguir siendo quien era. Nicole Kidman intenta aferrarse a su juventud. Keith parece aferrarse solo a su guitarra, a su estilo y a las cosas que le divierten. Se llevan más de veinte años, pero está clarísimo quien es el más joven de los dos.

jueves, 16 de mayo de 2013

Los pechos de Angelina Jolie


Si lo he entendido bien, Angelina Jolie se ha quitado las tetas (y se ha puesto otras, lo cual no es muy grave puesto que las que llevaba ya eran, de todos modos, falsas), preventivamente (una palabra nueva sumamente irritante, que sirve para justificar guerras injustas y operaciones a menudo innecesarias), para reducir el riesgo de padecer el cáncer de mama que acabó con la vida de su madre. Y ahora planea quitarse también los ovarios. Y es portada de todos los periódicos del mundo. Y muchos la consideran una heroína. No sé. Si tanto miedo tiene a la enfermedad, lo mejor (y lo más práctico) que hubiese podido hacer, era suicidarse. El destino, ese destino, la enfermedad que nos matará, el coche que nos arrollará, el acontecimiento que nos arruinará definitivamente la vida, no está en manos de ningún mortal, ni siquiera en las de Angelina Jolie. Es de una ingenuidad y prepotencia sin limites, creerlo. ¿Sabes, Angelina? Los dioses antiguos castigaban severamente a los mortales que osaban pensar que su destino estaba en sus manos. Porque al final, nunca lo está. Esa es la gracia. Esa es la desgracia.
La foto: unos pechos de verdad del Vogue francés de este mes. Esperemos que la modelo no se los quite, ni siquiera preventivamente.

martes, 14 de mayo de 2013

Mentiras piadosas


Una de las mayores mentiras piadosas de la humanidad es la de que el tamaño no importa. Como soy una dama, no voy a elaborar más sobre el tema, pero, 1. ¿De dónde creéis que viene la fascinación de las mujeres por los elefantes? 2. ¿De dónde creéis que viene la fascinación de las mujeres por las grúas?   Sí, todo el mundo sabe que nos encantan los elefantes y las grúas. ¿No?
Hay más mentiras piadosas:
1. "Cada año estás mejor, como el vino", que significa, "estás hecha una ruina". Ganas incontrolables de dar un tortazo a la persona que lo dice.
2. "Estás igual que hace 10 años", que significa, "estás decrépita, ¿qué demonios te ha pasado?".
3. "Lo que escribes es muy correcto", que significa, "Lo que escribes es un coñazo o una mierda".
4. "El sexo no es lo más importante en una relación", que significa, "Follar con esta persona es un calvario".
5. "Esos kilos de más te sientan muy bien, se te ve la cara más redondita", que significa, "Estás como una vaca. Corta ya con los donuts".
6. "Estás demasiado delgada", que significa, "Estás perfecta, me muero de envidia".
7. "No es guapa, pero tiene algo", que significa, "es feísima".
8. "No está delgado, es fortachón", que significa, "está gordo".
9. "No es tacaño, pero es cuidadoso con el dinero", que significa, "es un rácano de campeonato".
Y muchas más.
La foto de hoy. Mi taza favorita. Un elefante. Claro.

martes, 7 de mayo de 2013

Cuestión de encaje


No me refiero al encaje entre las personas. A ese "clic" que escuchamos algunas veces en nuestra vida, que significa que estamos, milagrosamente, ante una de las piezas perdidas de nuestro puzzle (no sé si todos somos islas, como dijo no sé quien, pero no tengo duda de que todos somos puzzles, y de que, si tenemos suerte, al final estará completo). Me refiero al encaje, a la blonda, a ese tejido con agujeritos que, bien llevado, te acerca a la primavera, a la piel, a la feminidad, etc, y, mal llevado, te hace parecer la invitada a una boda (la gente peor vestida que he visto en mi vida, la he visto en las bodas, es como si todos nos volviésemos locos). En fin, me gusta el encaje. Mucho. La sutileza, la ligereza, la transparencia, son guays en todo: en la ropa, en los hombres, en los libros, en las amigas. Está un poco pasada de moda, la sutileza, pero casi todo lo que me gusta lo está: la virilidad, la compasión, los excesos, la buena educación, el honor, etc... Cada día soy más como una abuela. Ya. En fin. Mi abrigo negro de encaje (de algodón, de la India, comprado en la tienda del barrio) va con todo, abriga y desabriga a la vez, está lleno de agujeritos por los que pasa el aire y los ojos, y es un poco princesa y un poco mendigo, como yo. Bueno, y ahora voy a seguir buscando mis piezas.


jueves, 2 de mayo de 2013

¿Para qué sirven las orejas exactamente?


Me pone de bastante mal humor que me coman la oreja. Nunca me ha parecido nada erótico. Me hace cosquillas, me entran ganas de echarme a reír, o de dar un manotazo a la persona en cuestión, para que vaya en busca de mi nuca o de mi boca o de donde sea, menos de las orejas. No me gusta que me las babeen, ni que me las soplen (nooooooooo), ni que me las hurguen (oh, nooooooooo!!!), ni nada más allá de dos o tres besos y/o mordiscos, en la parte externa. Y sin embargo, no ignoro que existe toda una erótica de la oreja. Complicada y sofisticadísima. Pero debo de ser un poco palurda, porque no la comparto. En el último (e interesantísimo) libro de la gran Marcela Iacub, cuenta su affair con Dominique Strauss Kahn y como éste le echa una especie de aceite tibio en la oreja y luego se la come durante horas, para éxtasis de los dos. Bueno, pues me parece genial, pero no es "my cup of tea". También cuenta como el tío le acaba arrancando un pedazo de oreja (yes) en un arranque de rabia-pasión. (Todas las perversiones tienen sus riesgos. Yes). Y el disgusto de ella por no poder llevar más pendientes (eso sí que lo entiendo perfectamente)... Bueno, al menos yo no corro el riesgo de perder una parte de la oreja en la cama (sangre por todas partes, las sábanas, la boca, ¡qué desbarajuste!). Algo es algo. Todo este rollo, para enseñaros mi nuevo (viejo) pendiente... El del cartílago (el otro es un aro de plata sencillo de Agatha). Es de la gran Chelo Sastre. Lo había tenido de muy joven, y lo perdí (supongo que se lo debió de tragar algún novio), y el otro día, me acordé y, de repente, no pude vivir ni un minuto más sin el pendiente. Llamé a Chelo, y le quedaba uno. ¿Os gusta?

martes, 30 de abril de 2013

Entrevista Ana María Matute


Esta es la versión, sin mutilar, de la entrevista que le hice a Ana María Matute, y que salió el sábado en Smoda.

ANA MARÍA MATUTE

     Recuerdo las noches de hace mil años, cuando la Matute venía a cenar a casa. Mi madre me lo anunciaba con una mezcla de regocijo y respeto. Y yo sabía, sin ningún lugar a dudas, que aquella noche nos íbamos a divertir. Que habría persecuciones a causa de la cantidad de alcohol que era conveniente beber, intercambio de vasos, excursiones disimuladas a la cocina, anécdotas divertidas y afiladas (el mito de la Matute como una viejecita bondadosa y tierna, que vivía en su mundo de fantasía, no coincidía para nada con la mujer fuerte, a pesar de todo, guapa, determinada y brillante que yo veía en casa) mezcladas con histories verdaderamente terribles, y la sensación emocionante, siempre, desde muy niña, de estar antes una persona absolutamente fuera de lo común.
    Nos abra la puerta del piso Juan Pablo, su hijo, un hombre como un armario, cariñoso y amante de los perros. Él y su mujer, Marisol, viven desde hace años con Ana María. El piso es tranquilo y luminoso. Al cabo de un momento, aparece ella, con el mismo aspecto de los últimos diez años, vestida de beige, como siempre, con el pelo impecable y esa piel transparente que absorbe toda la luz de la habitación y que hace que resulte imposible quitarle los ojos de encima. Está muy delgada, y su fragilidad, los huesos finos y quebradizos que se adivinan bajo la piel, hacen pensar en uno de esos gorriones que se han caído del nido y que, al recogerlos y sujetarlos en la mano, parece que se vayan a romper con un pequeño crujido. Lo cual no ocurre nunca. Con Ana María tampoco.
     Empiezo a explicarle (de nuevo, ya lo hice por teléfono, pero muy atropelladamente, siempre me pongo nerviosa al hablar con ella) para qué estoy allí. "¡Se me ha fundido la pila!", exclama de pronto. "Espera un momento, que la voy a cambiar y vuelvo". Juan Pablo advierte mi cara de asombro y me dice que se trata de la pila del audífono. Ana María regresa al cabo de un momento y me dice entre risas que ella no sabe nada de moda y que duda poder serme de mucha ayuda. "Pero eres presumida", le digo yo. "Sí, a pesar de que pasé la infancia trepando a los árboles con los chicos y con las rodillas peladas, era presumida. Me gustaba mirarme al espejo, me miraba los ojos. Tenía los ojos bonitos. Y, a veces, mi madre decía: "Mira qué tipito tan mono tiene esta niña". Pero de las tres hermanas, mi hermana mayor era la más guapa". ¿Y por qué no te gustaba jugar con las otras niñas? "Porque eran muy tontas", responde. "Lo único que hacían era imitar a sus madres, eran como mujeres recortadas. Pero después, de mayor, sí que tuve grandes amigas".
     Ana María Matute escribió su primera novela, Pequeño teatro con 17 años y fue finalista del Premio Nadal con 24. "A los 5 años, yo ya sabía que quería escribir. A mis padres les hacía gracia, pero no le daban importancia. Muchos años después, entendí que,  a pesar de que nunca me lo dijera, a mi madre le gustó mucho que yo fuese escritora. A ella, que era la típica burguesa de la época, le hubiese encantado hacer lo que hacía yo. No me dejaron estudiar una carrera y ahora soy Doctor Honoris Causa".
     Su padre, Facundo Matute, era dueño de una fábrica de paraguas. "Era un negocio familiar", explica Ana María. "Lo fundó mi bisabuelo, luego pasó a mi abuelo y finalmente lo heredaron mi padre y sus dos hermanos. Recuerdo el despacho de mi padre en la fábrica, con los retratos de mi abuelo y de mi bisabuelo colgados en la pared". Al padre le encantaba viajar y de uno de sus viajes a Londres le trajo el muñeco Gorogó, que Ana María todavía conserva. "Me encantaba. Como es muy planito, me lo podía poner debajo de la camisa y llevarlo a todas partes conmigo. Le contaba mis frustraciones. Es el muñeco de Primera memoria". Le pido que nos lo enseñe, que nos deje fotografiarlo y dice que no. "Ya lo ha visto todo el mundo". Tengo la sensación de que Ana María está tal vez un poco cansada de la imagen de viejecita encantadora con sus muñecos y su inagotable mundo de fantasía. Desea volver a él, -me cuenta que en cuanto los médicos soluciones sus problemas de oído, que le provocan vértigos y mareos, se pondrá a escribir una nueva novela que tienen en mente-, pero en sus libros, no en la vida real.
     En ese momento, Juan Pablo cruza el salón. Ana María lo mira de reojo y me dice en voz baja: "Le he adorado y le adoro. La única pega que tiene es que no me deja beber". Ana María se casó con su padre, el escritor Ramón Eugenio de Goicoechea, con 27 años. "Me enamoré de él. Yo había tenido más amores. Uno muy fuerte, pero que no podía ser. Y, poco a poco, me enamoré de Ramón Eugenio. Tuvimos una boda por todo lo alto, por la iglesia, de chaqué, toda la historia".
     Le pregunto cómo fue la transición del mundo de la burguesía al mundo más bohemio y liberal de los escritores. "No me gustaba el mundo de la burguesía. Cuando con 17 años, acabé mi primera novela, Pequeño teatro, que había escrito a mano, me fui a la editorial Destino. En aquel momento, no había escritoras, solo estaba Carmen Laforet. Ignacio Agustí, el editor, fue muy amable conmigo, me dijo que pasase el manuscrito a máquina y que se lo mandase. Eso hice. Al cabo de unos días, me lo encuentro al salir de casa. "Señorita Matute -dijo, y se quitó el sombrero-, hemos leído su libro. Y nos ha gustado mucho". Yo estaba roja como un tomate, hasta el pelo se me encendió". Pocos años después, Ana María obtuvo una mención especial del Premio Nadal con Los Abel, el mismo año que Miguel Delibes ganó el premio con La sombra del ciprés es alargada. "Nos conocimos entonces. Delibes era encantador. Una buena persona, un extraordinario escritor. Nos llevamos muy bien siempre y yo creo que me quería. Me invitó muchas veces a dar conferencias en Valladolid. Le encantaba la merluza. Siempre íbamos a comer una merluza buenísima". Se queda pensativa un instante y añade: "Se me mueren todos, incluso el señor que me propuso para el Nobel...".
     Le pregunto si sus padres la dejaban salir con escritores. "Sí, había un grupo de escritores mayores, que ahora nadie recuerda, que me querían mucho. Me venían a buscar a casa y como eran señores mayores y serios, que publicaban libros y participaban en tertulias, mis padres me dejaban salir con ellos. Me llamaban el pequeño cosaco. Fue la primera vez que fui a los barrios bajos". Más adelante, conoció a la generación siguiente: "Recuerdo un día, en el tren de Sarrià, de repente se me acercó un chico joven y me preguntó: "Tú eres esa chica que ha publicado un libro, ¿verdad? Yo también escribo". Nos abrazamos. Era Juan Goytisolo". También se hizo amiga de José Agustín, el hermano de Juan: "Tenía muy mala leche, pero siempre que la tomaba con alguien, tenía razón. Y podía ser muy gracioso. Gil de Biedma y Barral eran muy brillantes, pero a veces podían resultar un poco avasalladores. Algunos camareros de Barcelona todavía recuerdan nuestras reuniones...". Pero Ana María siempre ha ido de por libre: "Nunca quise pertenecer a ningún grupo, ni nada".
     Intento regresar al tema de la moda y del estilo. Le recuerdo las joyas que fabricaba para sus amigas con cristales y alambres y piedras de la playa, y de las que mi madre tanto me había hablado (aunque no conservaba ninguna. Al parecer, se desintegraban al cabo de media hora, lo cual era parte de su gracia). "¡Se las regalaba todas a tu madre! Era a quien más le gustaban. A mí siempre me ha gustado mucho  todo lo manual. Construía pueblos con cosas encontradas, con cosas que ya no funcionaban. Con un bolígrafo estropeado, por ejemplo, hacía un farol. Son cosas que requieren imaginación, creatividad. Por eso me gustaba pintar. En la época en que me quitaron a mi hijo [cuando Ana María Matute se separa de su marido en 1963, las leyes españolas de la época daban automáticamente la custodia al padre], pintaba su cara constantemente". Y me señala una acuarela pequeña de la cabeza de un niño de pelo oscuro y ojos grandísimos y un poco tristes. Tardaría dos años en recuperar la custodia. "Cela y Rosario, su primera mujer, me ayudaron mucho en aquella época, me acogieron en su casa. Años después, cuando ya se había separado, ella, a veces, me preguntaba: "¿Qué? ¿Ves mucho al señor Castaño?". Y yo le decía: "No, desde que está encastañado, casi no le veo". Éramos muy amigos".
     El fotógrafo le pide que se acerque a la ventana para hacerle un retrato. Se levanta con ayuda de una muleta. Murmura: "Estoy hecha un harapo". Y añade: "Recuérdame que te enseñe las muletas que me regaló el Rey. ¡Imagínate! ¡Me regaló sus muletas! Me quedé con la boca abierta. Son increíbles: tiene luz, sonido, luz de bicicleta, de todo. Le dije que solo les faltaba una cosa: que me prepararan los gin tónics. Cuando llegaron, no estábamos en casa y el mensajero las dejó en el bar de abajo. Todo el barrio estaba conmocionado".
     Empieza a caer la tarde. Es uno de los primeros días de calor del año, hay una luz sorda y el fotógrafo y su ayudante han empezado a recoger. Ana María me regala un par de libros dedicados para mis hijos. Me enseña una réplica exacta en miniatura de su despacho, que le ha hecho una amiga. Abre el diminuto cajón del diminuto escritorio y saca una foto minúscula de Paul Newman. Nos reímos. "Ahora que llega el buen tiempo, arreglaremos la terraza, celebraremos la verbena, Marisol hará mojitos, te llamaremos". Salgo a la calle, paso por el bar y pienso en las muletas del Rey. Y en la Matute. Y me alejo. A regañadientes.

martes, 23 de abril de 2013

Lo que se puede y lo que se quiere



El mundo se divide entre los que hacen lo que pueden y los que hacen lo que quieren. También se divide entre los que beben vino al mediodía y los que no, los que saben de donde vienen y los que no, los que han leído a Proust y los que no, los que tienen manos grandes y los que no, los que hablan durante el sexo y los que no, los que reciclan y los que no, los que dejan propina y los que no, etc, etc... El mundo es complicado, pero uno acaba entiendo las 4 o 5 cosas que le interesan. Por eso no hay que fiarse demasiado de los hombres que aseguran no entender a las mujeres. Es sospechoso. Bueno, volviendo a lo nuestro. Sigo buscando la felicidad en unas braguitas (sí, pobre loca patética). ¿Qué os parecen estas? ¿Y estas alpargatas? He estado a punto de comprarlas cuando mi amiga Elisenda me ha dicho que no malgaste ni un instante de felicidad, pero resulta que se refería al amor y a la primavera y qué sé yo...

Feliz Sant Jordi. Poema de Husbert, el mejor amigo de mi hijo adolescente, para el concurso de poesía. Me lo ha recitado, impávido, y no he movido ni una ceja: "El invierno se ha ido en lo que se hace un té. No pudo hacer pipí y se fue mojado." No ha ganado. La vida es injusta.

viernes, 19 de abril de 2013

Momentos tristes de la existencia


- El día que por fin aceptas que eres absolutamente incapaz de montar un Playmobil de 7-12 años, aunque te concentres con todas tus fuerzas. (Y que no es posible que todos los Playmobils que compras tú, estén defectuosos. Y que no está bien, a tu edad, tirarlo todo por los aires).

- El día que empiezan a llamarte "señora" (aunque todo el mundo sepa que tú eres una dama, no una señora).

- El día que empiezan a ofrecerte cremas anti arrugas y reafirmantes en las tiendas. Por suerte, ocurre a partir de los 28 años, así que durante unos cuantos, te lo puedes tomar a broma...

- El día que, al levantarte, intentas infructuosamente quitar las manchas oscuras que tienes debajo de los ojos (pensando que son restos de rímel del día anterior), y al final (después de una hora frotando) entiendes que son ojeras y que no se borran.

- El día que en clase de yoga (y llevas 20 años haciendo yoga), después de una hora haciéndolo todo perfecto (o eso crees), la profesora te pregunta: "tu no entiendes español, ¿verdad?".

- El día que aceptas que es imposible que, por arte de magia, todos los bikinis del año pasado se hayan encogido.

- El día que le explicas algo sencillo a tu hijo 155 veces y sigue sin entenderlo, mirándote con ojos como platos...


La foto: un pendiente que me encanta (sexy, delicado y rarito, un poco como yo, a veces), es para llevar solo uno. Al otro lado, yo me pondría una bolita diminuta de oro. Se lo enseñé ayer a mi hijo mayor para ver que pensaba y dijo: "Me parece asqueroso". Buena señal.