jueves, 2 de mayo de 2013

¿Para qué sirven las orejas exactamente?


Me pone de bastante mal humor que me coman la oreja. Nunca me ha parecido nada erótico. Me hace cosquillas, me entran ganas de echarme a reír, o de dar un manotazo a la persona en cuestión, para que vaya en busca de mi nuca o de mi boca o de donde sea, menos de las orejas. No me gusta que me las babeen, ni que me las soplen (nooooooooo), ni que me las hurguen (oh, nooooooooo!!!), ni nada más allá de dos o tres besos y/o mordiscos, en la parte externa. Y sin embargo, no ignoro que existe toda una erótica de la oreja. Complicada y sofisticadísima. Pero debo de ser un poco palurda, porque no la comparto. En el último (e interesantísimo) libro de la gran Marcela Iacub, cuenta su affair con Dominique Strauss Kahn y como éste le echa una especie de aceite tibio en la oreja y luego se la come durante horas, para éxtasis de los dos. Bueno, pues me parece genial, pero no es "my cup of tea". También cuenta como el tío le acaba arrancando un pedazo de oreja (yes) en un arranque de rabia-pasión. (Todas las perversiones tienen sus riesgos. Yes). Y el disgusto de ella por no poder llevar más pendientes (eso sí que lo entiendo perfectamente)... Bueno, al menos yo no corro el riesgo de perder una parte de la oreja en la cama (sangre por todas partes, las sábanas, la boca, ¡qué desbarajuste!). Algo es algo. Todo este rollo, para enseñaros mi nuevo (viejo) pendiente... El del cartílago (el otro es un aro de plata sencillo de Agatha). Es de la gran Chelo Sastre. Lo había tenido de muy joven, y lo perdí (supongo que se lo debió de tragar algún novio), y el otro día, me acordé y, de repente, no pude vivir ni un minuto más sin el pendiente. Llamé a Chelo, y le quedaba uno. ¿Os gusta?

8 comentarios:

  1. Las orejas...cuestión delicada...según el uso. Yo solo las utilizo para escuchar lo que merece ser escuchado y para no oír aquello que no quiero oír y menos escuchar en este país tan amante del ruido gratuito, de las conversaciones (¿?!!!!!) a gritos, del volumen del cutre poligonero en su coche tuneado atronando la calle...

    Tapones de espuma: el complemento perfecto en ciertas circunstancias dolorosamente decibélicas...

    Pendientes... Mi vicio es regalarlos a muchas mujeres - algunas amigas mías ya los recibieron con deleite no disimulado (de eso se da cuenta uno cuando a veces te las encuentras por la calle inesperadamente y llevan los pendientes obsequiados.

    En fin, que en esta ocasión no comparto el gusto por el pendiente cartílago...aunque las fotos engañan y la realidad presencial seguro que mejora en mucho la visual en 2d. Ya te diré next time.

    Kiss

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    1. Jajajajajajjajja. Cuando tienes hijos, te vuelves una experta en no oír lo que estás oyendo. No necesitas ni tapones.
      Un beso.

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  2. ¡Sí, me gusta un montón!: es simple, natural y potente.

    ¿Hace falta agujerillo o se abraza al cartílago sin más?

    Bona nit,
    Emma

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    1. Hola Emma: ¡qué bien que te gusten! Son chics y un poco quinquis a la vez, que es una mezcla muy difícil de conseguir. Es un tubito hueco y se adapta perfectamente al cartílago, no hace falta agujero.
      Un beso.

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  3. ¿Chelo, es ornitóloga?

    eunabroma, ¡Te queda muy bien, pajaruela!

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  4. En efecto el pendiente se lo has arrebatado a una avutarda.

    Besos,

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    1. Sí que soy un poco pájaro, tal vez, un poco hurraca, un poco loro. un beso.

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