jueves, 19 de enero de 2012

Tuneando

       Camisa con botones de señora que lleva laca en el pelo y pintalabios de color fucsia.

                          Mercería maravillosa (de la que un día os hablaré).

Camisa tuneada con botones bonitos de chica simpática y agradable.

El otro día, recibo un aviso por internet de que una camisa-que-me-encanta-pero-que-no-me-puedo-comprar-porque-estoy-arruinada (mi lema de los últimos... desde que me empecé a comprar la ropa yo), está rebajada al 70%. Y claro, una cosa es estar arruinada y otra dejar pasar la oportunidad "of a lifetime". Total: compro la camisa, sintiéndome la persona más afortunada del mundo (soy una chica fácil, ya). Me llega. Es muy bonita, de seda, con un estampado que recuerda los fondos de Klimt. Me encanta Klimt, estoy segura de que si me hubiese conocido, se hubiese enamorado de mí y me hubiese pintado e inmortalizado (soy una pobre loca delirante, ya). Lo cual hubiese estado muy bien, porque me hubiese ahorrado el engorro de tener que ser una mujer de provecho. Anyway. Problemón: la camisa de Klimt tiene unos botones horripilantes. Solución: tunearla. No hay que temer nunca a la ropa. Hay que tener una relación de confianza absoluta con ella, lo que permite cortarla, cambiarla, alterarla como a uno le parezca mejor. Una de mis grandes frustraciones (a parte de no haberle arruinado la vida a Klimt) es no saber coser ni un botón (aprenderé, aprenderé...). Total, voy a una mercería (un sitio increíble en el que entré por casualidad, fue como volver al siglo XIX...), compro unos botones de concha sencillos, desiguales, y la camisa se convierte, como por arte de magia, en una camisa realmente bonita. Conclusión: no temáis meterle mano (o tijera) a la ropa, es la única forma de conocerla íntimamente.
Feliz jueves.

9 comentarios:

  1. Maravillosa, me encanta. Y sí, son dos camisas, una con los botones originales, salidos directamente de esa tienda en la que ponen camisetas con fieras en el escaparate, y otra la de los eternos y desiguales marfiles que deben ser de...¿La Selecta?
    Bien pensado, ¿no sería un poco como ver a Ralph Finnes con el pelo medio rapado, corte asimétrico (argh) alguna rasta (falsa, de pelo ajeno) un cachibache de esos que te ensanchan el lóbulo y un patalón de chandal brillante primero, y luego cortarle el pelo, hacerle cirujía en la oreja y ponerle una camisa blanca (blanca, por favor blanca, creativos cromáticos abstenerse, lo fácil es fácil y ya está)?
    En realidad tu sofisticadísimo 'labor of love' es más un trabajo depurativo de devolver las cosas a su estado original que un tuning, ¿no?
    Como la rambla Cataluña con galets y sin galets.
    ¡Feliz para ti también!

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  2. Clara!!!! Sí, creo que así se llamaba la mercería, está en Rambla Cataluña, es un sitio flipante, ¡los dependientes!!!!
    ¿Dónde está el maravilloso Ralph Fiennes? ¿Ha dejado de hacer cine?
    Me parecía incongruente una camisa "bohemia" con unos botones de señorona. No siempre los diseñadores son más listos que nosotros...
    Un beso grande.

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  3. El número 70 es mágico. 70 mm cuando se exhibían películas en ese formato, 70 % de rebaja que es como un ascensor a los cielos de-lo-que-a-uno-le-encanta-pero-no-puede-(debe)-comprar. Que sí, que luego toca caída libre a los infiernos - números, rojos tenían que ser -, pero vestidos con todas las oportunidades "of a lifetime" que se pongan a tiro (de visa).

    Conozco esa mercería. Me veo en ella, con mi madre, en busca de un botón perdido, tras merendar en Mauri. Hace siglos que no voy. Supongo que si lo hago me veré a mí mismo en pantalón corto queriendo revolverlo todo con la piruleta en la mano.

    Ah...no insistas en querer aprender a coser. Eso ya lo hiciste en alguna de tus otras vidas - pregúntale a Vermeer -.

    En esta vida, Milena, coses palabras.

    Y hoy te ha salido "bordado".

    Un beso (mal cosido...¡que no se caiga!)

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  4. Genial la camisa Milena, de verdad, me encanta.Cuánto estoy aprendiendo desde que me enganché a tu blog. Sigue asi!
    Feliz viernes! Y feliz fin de semana!

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  5. Querido Gilbert:
    Yo también te imagino, de niño, es esa mercería. Seguro que nos cruzamos por Mauri alguna vez... Yo era la niña cursi que le daba patadas por debajo de la mesa a su hermano cuando nadie miraba...
    Un beso muy grande.

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    1. Dios tú también te empleabas a fondo con los zapatos en las rodillas ajenas? A esa edad yo era un niño muy guapo. Luego el paso del tiempo estropeó algunas cosas - o las mejoró, que hay para todos los gustos -...pero también era como un angelito con cara de no haber roto un plato y de hacer siempre caso...Era una ventaja tener un hermano mayor que se las cargaba siempre - para eso era le primogénito, ejem -...en fin...que yo también aprovechaba los descuidos para hacer alguna y luego poner cara del gato con botas como si no hubiese roto nunca plato algunos...he mejorado, afortunadamente...aunque a veces la lengua me juega malas pasadas...o como diría Topaze de Marcel Pagnol "Sachez qu'un gant de velours cache une main de fer"...besos

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    2. Sí, Gilbert, mi hermano también se las cargaba siempre, yo era más astuta, porque era más débil... Ahora intento dar la cara siempre, también cuando doy una patada.
      Un beso grande.

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  6. Hola Amèlia, guapa:
    Moltes gràcies. Yo también aprendo de ti, cada mañana.
    Un beso muy grande.

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