viernes, 15 de abril de 2011

Los tejanos pata de elefante

Las fuerzas maléficas de la moda están intentando endosarnos de nuevo los tejanos pata de elefante. Y yo digo: ¡Mujeres del mundo, uníos!: hay que resistirse a los tejanos pata de elefante. Cada dos años, empiezan bombardeándonos con imágenes sublimes de Lauren Hutton, Jackie Kennedy o Jane Birkin con pantalones pata de elefante, e inmediatamente después, como quien no quiere la cosa, se sacan de la manga unos vaqueros de cintura alta (¡¡¡¡¡me muero!!!!!!!!) con pata de elefante (me remuero!!!!!!) y yo, como una idiota, me pongo a pensar: Mmmmm, pues no están mal, mira qué elegantes, mira que piernas más largas hacen... Pero hay modas que no viajan en el tiempo, hay prendas intraducibles, y esta es una de ellas, la falda larga es otra, por muy vaporosa que sea (por citar otra tendencia que nos han intentado colar recientemente, con poco éxito, por suerte...). ¿Por qué creéis que nadie sabe quién inventó los pantalones pata de elefante? Pues porque son un mal invento, al contrario que la minifalda, uno de los grandes inventos de la humanidad, que también debemos a los años 60.
Así que rezad conmigo: Santa Kate Moss de los tejanos pitillo, por favor, por favor, protégenos de los tejanos pata de elefante y líbranos de caer en la tentación de comprar unos y nosotras te prometemos ser buenas, no comer nada de nada y salir solo con chicos malos. Amén.

3 comentarios:

  1. A veces "las fuerzas maléficas de la moda" son demasiado maléficas. Poliédricas de capricho pretenden imponer, cambiar, moldear, embutir, torturar y quitar la gracia natural de los cuerpos - algunos -, condenar su elegancia - de algunos -, maquillarla, destruirla.
    Los pantalones pata de elefante son una aberración, como lo son esos tejanos que dejan ver las nalgas de muchos paseantes, mayoritariamente jóvenes, mostrando la marca de identidad que les distinga, que ilumine de luz verde el acceso al grupo, la pertenencia, el reconocimiento. La falta de personalidad se viste de marca bien visible, pretende distinguirse con anagramas gigantescos, que es exactamente lo contrario a ser alguien distinguido - discreción, sencillez, suspiro. A mí me causa un horror superior al de Kurtz esos gigantescos jugadores de polo que a veces veo pasearse inmóviles sobre el pecho de muchos seguidores de esa estela identitaria tan postiza como vulgar.
    Rezo contigo, y creo que lo mejor que podemos hacer es meternos en el hotel Negresco de NIza ante el que sonríe Jane Birkin y tomarnos un buen cóctel.

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  2. Sí, sí, Gil, un buen cóctel lo soluciona siempre casi todo...
    Un abrazo,

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  3. Me apunto al cóctel en el Negresco!!!

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