lunes, 4 de abril de 2011

LA BODA


   Dentro de un par de meses se casa uno de mis mejores amigos. Naturalmente, en cuanto me lo dijo, lo primero que pensé era que me tenía que comprar un vestido. A la (gran) alegría por la boda se unió la (inmensa) alegría por la futura búsqueda, captura y compra de un vestido de fiesta. Hasta que recordé que: 1. Normalmente los vestidos de fiesta no me gustan. 2. Para comprar uno de los que sí me gustan (el de la foto, por ejemplo) debería estar ahorrando hasta el 2015, y la boda es en junio. 3. Con las bodas siempre me pasa lo mismo, paso meses y meses planificando mi vestuario, y luego, media hora antes, lo cambio todo. Decido, por ejemplo, que el maravilloso vestido de seda fucsia tornasolada que me han tenido que mandar desde Italia, como quedaría realmente bien sería con mis birkenstock y un anillo en el dedo del pie, y no con los tacones altos correspondientes. O que el peinado que me han hecho en la peluquería es lo más lamentable que he visto en mi vida y que me he de mojar el pelo ya y dejármelo secar a lo loco. O que en realidad las bodas no son más que una convención burguesa y que yo quiero ir con una camiseta de Mickey Mouse y mi mini falda de cuero. Total: siempre, siempre, siempre, acabo siendo la peor vestida de la boda. Y siempre, siempre, siempre, en algún  momento se me acerca algún amigo o familiar y me dice en voz baja y con tono de reproche: "Milenita, con lo que te gusta la ropa, ¿no hubieses podido hacer un esfuercito?" Pues bueno, ya tengo la solución, para la boda de Miguel iré con el jersey de la foto, creo que es la mejor opción, la más apropiada, quedará clarísimo que lo he comprado especialmente para la ocasión y que sí he hecho un "esfuercito". Yo, por los amigos, lo que sea.

5 comentarios:

  1. La boda. Comparto la inmensa alegría de las bodas a las que decido asistir porque si no me apetece hacerlo – a veces le invitan a uno a bodas que preferiría pasar en el más absoluto anonimato – no voy. Las bodas tienen eso: la búsqueda de la prenda, o que la prenda vaya en busca de uno, algo que sólo se consigue paseando mucho, mirando escaparates, entrando en las tiendas, mirar, tocar, probar…viajar. Cuando uno viaja tiene encuentros inesperados, mágicos con la ropa. Eso me pasa siempre que viajo a París o a Londres, a Reus o en Barcelona. Paseas, giras la mirada y sin saber cómo ¡zas! Ahí está exactamente lo que uno estaba buscando. Luego, cuando compruebas que puedes es cuando decides probártelo – en mi caso nunca al revés: sólo faltaría tener que probarme antes una prenda que se enamorase de mi cuerpo para ver seguidamente que no puedo llevármela a casa – y pasar por caja.

    En mi propia boda, curiosamente, tuve siempre muy clara la idea de lo que quería. Lo busqué, afanosamente, hasta que lo encontré en Groc. Lo más curioso fue la historia de la corbata. Adquirí una que no terminaba de convencerme , pero es que no encontraba una sola que me gustase. Es más, recuerdo haber visto la que quería en el website de Paul Smith y ni corto ni perezoso envié un mail a la central preguntando por esa corbata…para decirme que lamentablemente era una corbata que no pertenecía a la colección, sino que era parte del atrezzo del modelo y que no podían facilitármela. Sinceridad, al menos, pero…ejem…mejor no expongo lo que pienso.

    La cuestión es que cuando fui a recoger el traje – tenían que arreglar el bajo de los pantalones -, vi la corbata que buscaba. Pero no me decidí a cogerla. Estaba ya un poco cansado de los cambios de última hora…pero caminando por la calle, recuerdo esa luminosa tarde de mediados de mayo cuando llegué a casa con la imagen de la corbata recorriendo todos mis jugos neuronales. Llamé a Groc. El propio Toni Miró cogió el teléfono en el taller. Tuve que dirigirle y decirle si podía reservarme esa corbata color azul-granate-violeta que estaba en la parte izquierda de la sección de corbatas, ahí expuesta, que pasaría a recogerla al día siguiente para cambiar la que escogí en su día en la misma tienda. No hubo ningún problema. Al final conseguí mi corbata…previo pago de otros 70 € porque ésta era de Gucci…aunque no me arrepentí porque según la luz que recibe devuelve otro tono de azules…uno de esos milagros que uno no consigue explicarse…

    Por eso es importante perseguir las ilusiones que generan asistir a una boda a la que uno quiere ir. Porque empieza esa búsqueda, esa excitación que sólo puede dar el estreno de unas prendas que aparecen sin esperarlo, cuando en realidad te esperan a ti.

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  2. Felicidades por el artículo del Culturas de LV. ¿Dará este blog el salto al papel impreso?

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  3. Yo ahorraría para el vestido, o mejor pediría la colaboración de alguna amiga con máquina de coser. El de la foto es precioso y los patrones no parecen muy complicados.
    Y gracias también por artículo del Cultura/s. Este fin de semana sin falta me paso a ver la exposición sobre el guardarropa de María Brillas (fantástico nombre) y a dar una vuelta a Santa Eulalia, claro.

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  4. Querido Gil: Qué bonita la historia de la corbata, me ha encantado. Y es verdad que a veces uno encuentra las mejores prendas cuando va de viaje, tal vez sea porque la mirada cambia un poco y se ven otras cosas, con otros ojos.

    Hola Mario: Gracias. No sé si un blog se puede convertir en otra cosa...Me gusta muchísimo este medio...Pero estoy abierta a propuestas, of course...

    Hola Julia: Sí, creo que me voy a poner a ahorrar... La expo de María Brillas vale la pena, sí. El nuevo Santa Eulalia está muy bien, hay una cafetería super agradable, a mí me falla un poco (como siempre) la selección de la ropa, pero bueno, supongo que son las cosas que compran las señoras de Barcelona que pueden comprar en Santa Eulalia...

    Besos y besos.

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