jueves, 25 de noviembre de 2010

OLED, OLED, MALDITOS (I)

Yo aprendí a oler cuando tenía dieciocho años. Un día en París, mi madre fue a visitar a una amiga suya (Adela, uno de mis ídolos, ¡¡¡os he de hablar de ella sin falta!!!) a la que hacía tiempo que no veía y para que yo no las incordiara (¡vaya idea! pensar que yo puedo ser un incordio para alguien...) le encargaron al hijo de Adela que me entretuviese. El hijo en cuestión era (según mi madre, que cree en  los matrimonios de conveniencia) un científico brillante y un hombre extraordinario (en este caso tenía razón, pero yo ni creía, ni creo, en los matrimonios de conveniencia y en aquella época debía de estar ocupada persiguiendo a algún rockero descerebrado). Nada más llegar me preguntó: "¿Qué prefieres, ir al cine o ir a oler perfumes?" Al cine iba una o dos veces a la semana, pero nunca nadie me había propuesto ir a oler perfumes. Accedí entusiasmada. Pasamos la tarde recorriendo una tiendas maravillosas en las que recibían a Luca (Luca Turin, hoy en día una de las "narices" mas importantes del mundo, pero entonces para mí solo Luca, el atractivo hijo de la amiga de mi madre) como si fuese un príncipe y en las que me hacían oler los perfumes (uno o máximo dos en cada sitio) que elegía él. Fue la primera (y única) vez que entré en el mítico Chanel de la Rue Cambon, donde también estuvieron encantadores. No sé qué debían de pensar de aquella jovencita despeinada y excéntrica (en aquella época vivía en Londres, me vestía en el mercadillo de Camden) que lo miraba todo con ojos como platos y que reía sin parar. Fue una tarde maravillosa. Al final, él me dijo que eligiese uno, volvimos a la tienda (era Caron) y Luca me compró una onza de un perfume que hoy en día ya ni siquiera existe. Me lo pusieron en una diminuta botella de cristal tallado, que conservé durante mucho tiempo. Hasta que un día, en Londres, yo y mi compañera de piso estábamos en el baño arreglándonos para salir cuando ella, sin querer, le dio un manotazo y la botellita salió volando por los aires y se rompió en mil pedazos (eso sí, el baño olió de maravilla durante meses). Después cuando intenté volverlo a comprar, habían cambiado la fórmula del perfume y ya no olía igual.... ¿No dijo ayer la gran Matute que la vida consiste en ir perdiendo cosas?
En fin, creo que tendré que hacer una parte II de esta entrada, porque me he enrollado demasiado, en realidad quería contar otra cosa...

9 comentarios:

  1. ¡ Menuda suerte tuviste Mile ! ¡ Qué importantes son los olores ! Yo estuve usando 20 años el mismo perfume y han dejado de hacerlo ¡ No he vuelto a encontrar un aroma como ese ! ¿ Sabes ? La mayoría de los olores que recuerdo con placer, me llevan a mi infancia. Besooooos, Carolina Isasi.

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  2. Hola Carolina guapa:
    Tienes razón, muchos de los olores felices nos remiten a la infancia. El olor de verano, el mejor olor del mundo y ni siquiera podría describirlo.
    ¿Qué perfume era el que usaste durante 20 años?
    Un beso grande,
    Milena

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  3. El olor del verano es: el de los matojos secos a pleno sol que huelen a curry (en el Mediterráneo); el olor de los pimientos rojos asándose a la caída del sol; el olor de las petunias de la terraza cuando cae la noche y deshojas--con tremenda verguenza, por enésima vez--la margarita virtual del me-quiere-no-me quiere; el olor del pan recién hecho con sobrasada por la mañana; y la sal del mar cuando se seca al salir del agua y la risa infinita del mar te dice que todo es posible.
    El del otoño huele a hojas secas y a fuego: huele feliz si estás feliz, a homeless con carrito repleto de absurdos si te sientes homeless absurda en el cambio de estación.
    Qué maravilla que reivindiques la importancia de la nariz. Es definitiva. Por ejemplo: si el hijo de la amiga de tu madre hubiera llevado un after shave con olor a vestuario y melón. Si hubiera sido así, habrías pedido ir al cine. En filas separadas.
    Sigue, Mile, sigue, necesitamos un Aromas II!

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  4. Clara,
    Me emociona tu manera de escribir, de ver el mundo y de contarlo (yo no sabría hacerlo). GRACIAS. Un beso muy grande.

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  5. El olor de la papaya verde, una película que me encanta, pero que no la puedo recomendar sino quiero perder amistades. Es lenta, pausada, hasta parada, podría decir,… pero el olor pide tiempo y gana notas con el recuerdo. – ¡Mmmmm!, aquellas galletas de mantequilla de Casimira, la cocinera de la abuela Teré, qué salían a recibirte a la puerta como si tuvieran patitas. - ¡Mmmmm!

    Milena! ¿Dónde narices estás? ¿Quieres colgar ya la segunda parte? Ni se te ocurra volver a desaparecer durante meses. Muxus.

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  6. Era Eau de Courreges!Una mezcla de naranja y vainilla.Otro olor que impregna mis recuerdos? El de la playa:sal,algas,crema de coco...Besos Mile y buen fin de semana!!!!Carolina.

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  7. El perfume era Eau de Courrèges y desaparció !!! Yo también estoy esperando la segunda parte !!! Besooooos, Carolina.

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  8. Isabel:no he visto el olor de la papaya verde, pero me gustan las pelis de acción...tal vez mejor que no la vea. ¿No? Casimira, que nombre tan bonito, tan antiguo...
    Te debo una cena...
    Besos grandes,
    Milena

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  9. Hola Carolina guapa:
    la segunda parte la haré esta semana o la próxima, ya veremos.
    Eau de Courrèges, nunca lo olí, qué lástima. Es muy buena la Eau de Gerlain, si te gusta el limón, a mí me encanta.
    Besotes,
    Milena

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