De joven, todo es guay. Nos rodeamos de gente guay y, nosotros mismos, somos lo más guay del universo. Puede que nuestros padres no sean tan guays, pero incluso sus exigencias, sus preocupaciones y su avanzada edad, al entrar en contacto con nuestro "guayismo" ilimitado, se vuelven pintorescas, motivo de chiste y de guasa. Solo escuchamos música guay y hacemos cosas guays (incluso ir al colegio, encontrarse con los amigos, falsificar la firma de los padres para salir antes e ir a pasear, sacar las mejores notas en literatura sin haber estudiado, discutir a gritos con el profesor de filosofía sobre si Ingmar Bergman es feliz o no en su vida cotidiana, es guay).
Pero un día, nos vamos a dormir, pasan 30 años, y, al despertar, estamos rodeados de cadáveres, de gente asustadísima y de prepotentes. Lo que les (nos) mueve deja de ser lo guay (la libertad, el sexo, la diversión, el deseo) y pasa a ser el poder, el dinero, las ganas de figurar y de ser alguien ("ser alguien", la expresión más estúpida del universo), de afianzar, de construir, el pánico a perder (cuando no hacemos otra cosa en nuestra vida que eso). Pasamos de hacer las cosas "porque sí" a hacerlas por alguna razón. Supongo que en eso consiste hacerse adulto. Yo, personalmente, lo llevo bastante mal, en el patio del colegio de mi hijo de 8 años sigo prefiriendo jugar con los críos a hablar con el profesor. En fin, que me está costando esta "rentrée", que me hubiese quedado un rato más en el verano, que el otoño no es "guay".
La foto, los más guays del Paraguay: The Clash en 1979 fotografiados por Chester Simpson.
Qué guay que avives el blog
ResponderEliminarMe encanta tu blog Milena, tu si que eres guay ;)
ResponderEliminarLo guay, genial y maravilloso máximo nivel es que vuelvas a actualizar tu blog. Ojear El País los lunes y no encontrarme con tus columnas es lo menos guay que me ha pasado en meses.
ResponderEliminarbueno...un poquito complejo de peter-pan...y rodearse que gente que no solo envejece ... plastas y aburridos los hay a todas las edades...
ResponderEliminaruna de mis abuelas favoritas... Doris Lessing...
Eres super guay Milena.
ResponderEliminarA unos minutos de que la fisio me ponga firme deshaciendo nudos y poniendo las vértebras en su sitio veo tu regreso. ¿Marca el fin del verano el inicio de otra primavera en tu blog?
ResponderEliminar¿No te gusta el otoño? Supongo que tendré que hacerte probar mi risotto de setas de temporada para ver si el otoño es por lo menos un poquito guay – palabra que detesto by the way -. Escuchar la lluvia golpeando los postigos mientras uno está acurrucado – a alguien, mejor – en la cama. Pasear por los bosques que exhalan aromas y le dan con sus colores sentido a nuestras retinas…Claro que también eso tiene inconvenientes. Que el enésimo paraguas made in china acabe roto en mitad del temporal. Que uno resbale y bese el asfalto en el mejor de los casos. Que tus mejores zapatos acaben embarrados.
Para mí es simplemente otoño, tiempo de setas, de aromas, de colores y de lágrimas…de lluvia.
En cuanto a hacerse adulto…¿eso qué es exactamente? Creo que nunca lo fui o el espejo me engaña año tras año.
Welcome back.
guay los classssss ??, Si los ramones no hubieran nacido tan feos, y guarrrrros no hubieran hecho falta los Clash,
ResponderEliminarConozco más de una docena de setenteros, gente muy seria que no pierde los nervios...., que te despellejaría por usar ese "guais" con ellos. Pero reconozco que vestían de fábula, y enseñaron a muchos a vestir del baúl del desván. Y eso último si que es guay del paraguaY
2 latigazos
Kissssss y kisss
Ostras Milena me gustas tanto como la Turman y te leo tanto como a Salinas!!!
ResponderEliminarMilena, también el otoño pasará.
ResponderEliminarJa em sap greu haver arribat tard al teu blog, a més ara veig que no el tens gaire al dia. Bones noves?
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